Fotos cortesía del
Teatro São Carlos
Ramón Jacques
Considerada como el
primer éxito del Donizetti, la ópera Anna
Bolena, estrenada en Milan en 1830, fue presentada después de treinta y dos
años de ausencia, en el escenario del majestuoso Teatro Nacional de San Carlos
de Lisboa. La obra se escenificó con la
producción concebida para el Teatro Filarmónico de Verona en el 2007, y estuvo
a cargo de Graham Vick, en la
dirección escénica. Situada en una época
atemporal, pero con brillantes vestuarios de época, la minimalista escena (de Paul Brown) regaló estampas visualmente
muy atractivas y conmovedoras, centrándose en la actuación y dramatismo que
imprimen los solistas a sus personajes.
Gran aporte tuvo el manejo de la iluminación de Giuseppe Di Lorio, quien jugó con claroscuros, centrándose y
resaltando el desempeño de cada uno de los solistas, provocando una continua
sensación de conmoción y exaltación en el espectador. La atención estuvo en el
la soprano rumana Elena Mosuc, quien
cumplió ofreciendo una memorable representación
del personaje principal. Su voz es adecuada para enfrentar las exigencias
vocales del papel, y lo hizo con elegancia, espesor en su timbre, que no
obstante su madurez, mantiene la flexibilidad necesaria para manejar los
diferentes saltos entre registros, con nitidez en los agudos y la coloratura. En
escena, Mosuc dio vida a una mujer determinada y ambiciosa, que a la vez fue
frágil y melancólica. Al mismo nivel se
encontró el tenor Leonardo Cortellazzi
como Lord Percy, al que le aportó seguridad y dominio escénico, brillante y
homogéneo timbre lirico e impecable dicción. El bajo-barítono Burak Bilgili fue un Enrico VIII de voz
sonora y oscura pero escénicamente inexpresivo y carente de personalidad. Más
que correctas estuvieron la mezzosoprano Jennifer
Holloway, una inocente Giovanna Seymour y Lilly Jørstad quien dio vida al papel de Smeton. Mención aparte
para los cantantes locales, como Luís
Rodríguez como Lord Rochefort y Marco
Alves dos Santos como Hervey; así como para el firme y uniforme Coro de São
Carlos, por cada una de sus intervenciones.
La entusiasta y dinámica batuta de Giampaolo
Bisanti hizo de la Orquesta Sinfónica Portuguesa una de las fortalezas de
esta función. De la manor de este maestro italiano, se escuchó una orquestación
plena de musicalidad y color belcantista.
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