otos: Ana
Lourdes Herrera
Luis Gutiérrez
Ruvalcaba
Siento la
obligación de decir que hoy entendí por qué la Compañía de Ópera de Bellas
Artes programa óperas del repertorio mínimo esencial. Esta es la primera vez, y
probablemente la última, que veo esta ópera en México. Creo que varios miles de
aficionados mexicanos a la ópera nunca la han visto en Bellas Artes, o en
cualquier otro lado. Quiero suponer que lo mismo pasa con otros caballitos de
batalla, miles no las han visto, en tanto que unas pocas decenas los han visto
muchas veces, en algunos casos más de las prudentes. También sería bueno que la
Compañía ampliara ese repertorio mínimo, pues el público espera más después de
haber sido expuesto a las transmisiones en vivo de otros teatros. Lo que es
indiscutible es que siempre habrá quien quiera oír “Nessun dorma” en vivo,
aunque sea una vez en la vida. Por cierto, muchos los que la oyeron hoy
desearían no haberlo hecho para mantener vivo el mito. El productor,
Luis Miguel Lombana escribe en el programa de mano un rollo en el que, en su
opinión, la ópera representa una batalla entre los ricos y poderosos, Turandot,
y los pobre y oprimidos, Liù. En todo caso, presenta a los más pobres y
oprimidos, el pueblo de Pekín –Beijng para los milenials– hambrientos de
ejecuciones de los poderosos príncipes para así satisfacer su sed de sangre. La
escenografía y el vestuario diseñados por David Antón estrenados en 2005 y
usados en varias ocasiones en los doce años siguientes, puede describirse como
el pariente pobre, muy pobre en verdad, de la fastuosa y también vacua
producción de Franco Zeffirelli inmortalizada en registros videográficos. La
iluminación, diseñada por Laura Rode, destacó por su oscuridad. La soprano
mexicana María Katzarava encarnó una Liù humilde, más que pobre y oprimida, a
la que dio una magnífica interpretación musical. El punto culminante de la
función fue, sin duda, su aria “Signore ascolta” con la que ruega a Calaf
desista de su osadía de retar a la princesa de hielo y sus enigmas. La Liù de
Katzarava puede brillar en cualquier escenario operístico. El papel de
Turandot es sin duda uno de aquellos capaces de finalizar carreras de sopranos
dramáticas por sus exigencias tonales y dinámicas, ya que su voz debe atravesar
sin esfuerzo la densa orquestación que Puccini compuso para el foso. La soprano
búlgara Gabriela Georgieva tuvo una destacada actuación durante el segundo
acto, en el que logró un resultado ejemplar al cantar “In questa reggia”. El
poder que imprimió a su desempeño y el esfuerzo que le exigió en este acto, le
cobraron durante el último en el que se oyó cansada, aunque nunca perdió
entonación. No faltará quien diga que se le oyó un vibrato excesivo, aunque en
mi opinión nunca enturbió su demostración. No digo nada del
Calaf de Carlos Galván, pues es mejor no decir nada cuando no hay algo bueno
que decir. El veterano bajo Rosendo Flores tuvo una discreta actuación al
interpretar el discreto personaje de TimuLos tres
ministros –o máscaras– son personajes que provienen directamente de la commedia
dell’arte. El barítono Enrique Ángeles y el tenor Víctor Hernández tuvieron una
muy buena interpretación como Ping y Pong respectivamente. Andrés Carrillo,
estuvo un escalón debajo de sus colegas como Pang. Ricardo López
como el mandarín y Óscar Santana como el emperador Altoum tuvieron una buena
noche. El Coro del
Teatro de Bellas Artes, preparado en esta ocasión por Alfredo Domínguez, tuvo
otra buena función, aunque hubiera sido mejor si no hubiesen estremecido el
escenario con su fortísimo al final del primer acto. El coro infantil Grupo
Coral Ágape, dirigido por Carlos Alberto Vázquez, tuvo una muy destacada
interpretación. Sus voces blancas iluminaron el escenario que había estado a oscuras
durante el primer acto. El maestro
Enrique Patrón de Rueda, toda una institución de la ópera en México es conocido
por ser amigable con los cantantes, por lo que es experto en evitar que la
orquesta los ahogue. Si interpretación fue muy buena; no se le puede culpar de
la permanente desafinación de los metales. Por cierto, estas funciones de
Turandot son las últimas que dirigirá con la Compañía de Ópera de Bellas Artes,
en principio.
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