RAVENNA FESTIVAL, ITALIA.
(4 y 5 de julio 2010)
Giosetta Guerra
Entre los descubrimientos que el Maestro Muti propone para Ravenna figuran este año dos magnificencias musicales: Betulia liberata, acción sacra en dos partes de Mozart (1771) y Betulia liberata, oratorio de Jommelli (1743), ambas con libreto de Pietro Metastasio, que narra la liberación a manos de Giuditta de la ciudad de Betulia del tirano Oloferne, oportunamente adaptado por los compositores a sus propias exigencias en cuanto al numero de personajes. La imagen de Giuditta deteniendo la cabeza sangrante de Oloferne fue captada por pintores del calibre de: Donatello, Botticelli, Tiziano, Rubens. El cuento de Giuditta, el tema central, es una disputa teológica sobre el politeísmo y monoteísmo, Betulia podría representar a la ciudad de Jerusalén y Oloforne recuerda al omnipotente Nabucodonosor.
Teatro Alighieri: Betulia liberata con la inconfundible invención melódica de Wolfgang Amadeus Mozart.
El colorido fresco y juvenil del la escritura musical de Betulia liberata, compuesta por Mozart a los 15 años de edad, refleja el carácter del Amadeus quinceañero, que se disocia ya de un teatro muy docto y anticuado, la orquesta tiene un papel fundamental, como la voz y la melodía, como protagonista de los interludios instrumentales. La obertura en tres movimientos (Allegro, Andante, Presto), escrita en la oscura tonalidad de re menor, preanuncia el dramatismo de la función, y las arias de los temas afectivos y también de los personajes son expresivas. La Orquesta Juvenil Luigi Cherubini, preparada gloriosamente por el M° Riccardo Muti, entró con desenvoltura en la variedad de los temas y en la dinámica arquitectura musical, restituyendo la gracia de la invención melódica inconfundiblemente mozarteana La orquesta y el buen coro Philarmonia Chor Wien dirigido por Walter Zeh, crearon una sugestiva amalgama sonora y rompiendo el teatro de sublime sonoridad. En el clavecín estuvo Speranza Scappucci.
La escena se abre en un pueblo abandonado y gris entre módulos semicirculares e inclinados que giraban diferenciando un poco los ambientes, opreso por una capa de inquietud, propia de un pueblo asediado y próximo a una revuelta. Entre las túnicas incoloras resaltan los tres magníficos (negro, turquesa y rojo) de Giuditta enriquecidos con oro y gemas. Las masas corales formaron sugestivas figuras de acompañamiento, y la gestualidad de los personajes fue muy cuidada, así como muy estudiado fue el diseño de las luces. La escena de Italo Grassi, los vestuarios de Gabriella Pascucci, y la regia fue de Marco Gandini, con luces de Marco Filibeck. Los cantantes todos jóvenes estuvieron bien.
Ozie, el príncipe de Betulia fue interpretado por Michael Spyres, un bari-tenor americano de un medio vocal muy timbrado en los registros medio, grave y claro, pero corto en los agudos. Afronto las largas y bellas arias con dicción comprensible, voz ágil, sobreagudos seguros (“D’ogni colpa la colpa maggiore”), con buena sonoridad en todos los registros, pero privado del brillo de la música a la difícil aria del segundo acto “Se Dio veder tu vuoi”, cantada con poca agilidad en la coloratura, sonidos fijos y rígidos, agudos oscurecidos o blanqueados en falsete, buenas notas graves oscuras: fue un aria muy aguda y demasiado movida para su voz, su falta de flexibilidad y de extensiones en agudo.
Capri, jefe del pueblo fue la soprano genovesa Barbara Bargnesi de agudos luminosos y bella inflexión de mezzo soprano. En el aria de dolor “Ma qual virtù non cede”, con un danzante acompañamiento orquestal, estuvo muy bien en la interpretación en la coloratura y las medias voces con ataques melodiosos y naturaleza en la emisión.
Como Amital, noble mujer israelí, la soprano Marta Vendoni Iorio dio importancia a la claridad de la palabra, y estuvo muy intensa en el aria central, “Non hai cor” donde exhibió una voz flexible en los trinos y en el uso de la media voz en el aria “Quel nocchier che in gran procella”, donde utilizó bien un medio vocal que no es de gran peso en la tocante aria con figura del violín "Con troppa rea viltà”.
Giuditta, viuda de Manasse, fue encarnada gloriosamente por la bella moscovita Alisa Kolosova, contralto y mezzosoprano de voz importante y rara para una cantante de tan solo 23 años. El color es esplendido y el sonido es rotundo, denso y fresco, gracias al buen peso de la tesitura media grave y a la luminosidad en su zona aguda. Ejecutó con naturaleza de emisión la agilidad de larga aria de carácter pastoral “Del pari infeconda”, acompañada de una dulce música que delinea y enriquece la melodía en el aria “Parto inerme e non pavento” donde estuvo esplendida en los sonidos y en el modo de interpretar. Los largos recitativos acompañados de Giuditta que cuenta como ha asesinado a Oloferne poseen una música un poco sumisa, pero el tejido instrumental mas bello del aria misma emerge en el aria “Prigionier, che fa ritorno”.
(4 y 5 de julio 2010)
Giosetta Guerra
Entre los descubrimientos que el Maestro Muti propone para Ravenna figuran este año dos magnificencias musicales: Betulia liberata, acción sacra en dos partes de Mozart (1771) y Betulia liberata, oratorio de Jommelli (1743), ambas con libreto de Pietro Metastasio, que narra la liberación a manos de Giuditta de la ciudad de Betulia del tirano Oloferne, oportunamente adaptado por los compositores a sus propias exigencias en cuanto al numero de personajes. La imagen de Giuditta deteniendo la cabeza sangrante de Oloferne fue captada por pintores del calibre de: Donatello, Botticelli, Tiziano, Rubens. El cuento de Giuditta, el tema central, es una disputa teológica sobre el politeísmo y monoteísmo, Betulia podría representar a la ciudad de Jerusalén y Oloforne recuerda al omnipotente Nabucodonosor.
Teatro Alighieri: Betulia liberata con la inconfundible invención melódica de Wolfgang Amadeus Mozart.
El colorido fresco y juvenil del la escritura musical de Betulia liberata, compuesta por Mozart a los 15 años de edad, refleja el carácter del Amadeus quinceañero, que se disocia ya de un teatro muy docto y anticuado, la orquesta tiene un papel fundamental, como la voz y la melodía, como protagonista de los interludios instrumentales. La obertura en tres movimientos (Allegro, Andante, Presto), escrita en la oscura tonalidad de re menor, preanuncia el dramatismo de la función, y las arias de los temas afectivos y también de los personajes son expresivas. La Orquesta Juvenil Luigi Cherubini, preparada gloriosamente por el M° Riccardo Muti, entró con desenvoltura en la variedad de los temas y en la dinámica arquitectura musical, restituyendo la gracia de la invención melódica inconfundiblemente mozarteana La orquesta y el buen coro Philarmonia Chor Wien dirigido por Walter Zeh, crearon una sugestiva amalgama sonora y rompiendo el teatro de sublime sonoridad. En el clavecín estuvo Speranza Scappucci.
La escena se abre en un pueblo abandonado y gris entre módulos semicirculares e inclinados que giraban diferenciando un poco los ambientes, opreso por una capa de inquietud, propia de un pueblo asediado y próximo a una revuelta. Entre las túnicas incoloras resaltan los tres magníficos (negro, turquesa y rojo) de Giuditta enriquecidos con oro y gemas. Las masas corales formaron sugestivas figuras de acompañamiento, y la gestualidad de los personajes fue muy cuidada, así como muy estudiado fue el diseño de las luces. La escena de Italo Grassi, los vestuarios de Gabriella Pascucci, y la regia fue de Marco Gandini, con luces de Marco Filibeck. Los cantantes todos jóvenes estuvieron bien.
Ozie, el príncipe de Betulia fue interpretado por Michael Spyres, un bari-tenor americano de un medio vocal muy timbrado en los registros medio, grave y claro, pero corto en los agudos. Afronto las largas y bellas arias con dicción comprensible, voz ágil, sobreagudos seguros (“D’ogni colpa la colpa maggiore”), con buena sonoridad en todos los registros, pero privado del brillo de la música a la difícil aria del segundo acto “Se Dio veder tu vuoi”, cantada con poca agilidad en la coloratura, sonidos fijos y rígidos, agudos oscurecidos o blanqueados en falsete, buenas notas graves oscuras: fue un aria muy aguda y demasiado movida para su voz, su falta de flexibilidad y de extensiones en agudo.
Capri, jefe del pueblo fue la soprano genovesa Barbara Bargnesi de agudos luminosos y bella inflexión de mezzo soprano. En el aria de dolor “Ma qual virtù non cede”, con un danzante acompañamiento orquestal, estuvo muy bien en la interpretación en la coloratura y las medias voces con ataques melodiosos y naturaleza en la emisión.
Como Amital, noble mujer israelí, la soprano Marta Vendoni Iorio dio importancia a la claridad de la palabra, y estuvo muy intensa en el aria central, “Non hai cor” donde exhibió una voz flexible en los trinos y en el uso de la media voz en el aria “Quel nocchier che in gran procella”, donde utilizó bien un medio vocal que no es de gran peso en la tocante aria con figura del violín "Con troppa rea viltà”.
Giuditta, viuda de Manasse, fue encarnada gloriosamente por la bella moscovita Alisa Kolosova, contralto y mezzosoprano de voz importante y rara para una cantante de tan solo 23 años. El color es esplendido y el sonido es rotundo, denso y fresco, gracias al buen peso de la tesitura media grave y a la luminosidad en su zona aguda. Ejecutó con naturaleza de emisión la agilidad de larga aria de carácter pastoral “Del pari infeconda”, acompañada de una dulce música que delinea y enriquece la melodía en el aria “Parto inerme e non pavento” donde estuvo esplendida en los sonidos y en el modo de interpretar. Los largos recitativos acompañados de Giuditta que cuenta como ha asesinado a Oloferne poseen una música un poco sumisa, pero el tejido instrumental mas bello del aria misma emerge en el aria “Prigionier, che fa ritorno”.
El bajo argentino Nahuel Di Pierro (26 años), el papel de Achior, príncipe de los Ammonti, tiene un bello timbre vocal y buen sostenimiento del fiato. En el aria “Terribile d’aspetto”, introducida por arcadas densas y acompañadas de un rico tejido orquestal del cual emerge un juego de violines, exhibió un buen cuerpo vocal pero poca familiaridad con la media voz que realizó con voz baja. En el aria “Te solo adoro” el bellísimo color se expandió con una sonoridad pastosa y robusta, pero el cantante debe estar atento a no hacer silbar la pronunciación de la s
Carmi, jefe del pueblo, fue la soprano ligera Arianna Vendittelli, incisiva en el acento del recitativo que procede al aria rica de pathos y música agitada “Quei moti che senti”, bien ejecutada con bello timbre, sonido limpio y buenos apoyos en la zona grave.
Basilica di Sant’Apollinare in Classe: Betulia liberata di Niccolò Jommelli.
Oratorio in sauna
La obertura en tres tiempos de Betulia liberata de Jommelli es brillante y con sugestivas intervenciones del oboe, del corno de caza, del clavecin, de un violín solo, y de la viola de gamba. Cada aria tiene una introducción de diversa naturalr en base a los efectos y una coda. En la primera aria de Ozia (“D’ogni colpa la colpa maggiore”) la introducción es briosa, y la otra mas larga fue primero brillante y luego densa, después del danzante con enriquecimientos instrumentales, en la cantable de Carmi “Non hai cor” fue delicada y reservada a las cuerdas y en la cantable de Giuditta, fue ligera y agradable en “Del pari infeconda” y calmada en “Ah non più vi chiami il pianto”, y en la de Alchior “Te solo adoro” se expandió y en la de bravura di Carmi “Quei moti che senti” fue muy agitada y con brillantes arcadas. Los recitativos fueron sostenidos en su mayoría por el bajo continuo, pero en los momentos mas dramáticos fueron acompañados por la orquesta entera.
Carmi, jefe del pueblo, fue la soprano ligera Arianna Vendittelli, incisiva en el acento del recitativo que procede al aria rica de pathos y música agitada “Quei moti che senti”, bien ejecutada con bello timbre, sonido limpio y buenos apoyos en la zona grave.
Basilica di Sant’Apollinare in Classe: Betulia liberata di Niccolò Jommelli.
Oratorio in sauna
La obertura en tres tiempos de Betulia liberata de Jommelli es brillante y con sugestivas intervenciones del oboe, del corno de caza, del clavecin, de un violín solo, y de la viola de gamba. Cada aria tiene una introducción de diversa naturalr en base a los efectos y una coda. En la primera aria de Ozia (“D’ogni colpa la colpa maggiore”) la introducción es briosa, y la otra mas larga fue primero brillante y luego densa, después del danzante con enriquecimientos instrumentales, en la cantable de Carmi “Non hai cor” fue delicada y reservada a las cuerdas y en la cantable de Giuditta, fue ligera y agradable en “Del pari infeconda” y calmada en “Ah non più vi chiami il pianto”, y en la de Alchior “Te solo adoro” se expandió y en la de bravura di Carmi “Quei moti che senti” fue muy agitada y con brillantes arcadas. Los recitativos fueron sostenidos en su mayoría por el bajo continuo, pero en los momentos mas dramáticos fueron acompañados por la orquesta entera.
En el plano de la ejecución, la mejor parte del oratorio realizada en la magnifica Basílica de Sant’Apollinare in Classe estuvo la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini dirigida por el Maestro Riccardo Muti que hizo llegar la belleza de la música a un publico atormentado por un calor infernal y de bochorno dentro de una iglesia con puertas cerradas El Philarmonia Chor Wien dirigido por Walter Zeh, un magnifico conjunto de 35 miembros que hizo emerger la compa un sonido compacto y pleno.
La parte menos satisfactoria fue representada por los cantantes, que quizás por la insoportable temperatura, quizás por la poco feliz acústica del ambiente (no obstante la magnificencia cromática del ápside de la basílica, en un teatro hubiera estado mejor), quizás por lo inadecuada que era la obra para sus cuerdas vocales (se requerían voces mas plenas y con mayor destreza en la articulación de las palabras) solo satisficieron en parte. Ninguna palabra se emitió de modo comprensible, ni en los recitativos, y el sonido fue audible en base a la vehemencia de la emisión.
Antonio Giovannini, en el papel de Ozìa, que requiere una voz de contralto, o un contratenor con registro de soprano, o mejor llamarlo sopranista, no obstante su modesto espesor y una zona central un poco vidriosa, el cantante ejecutó su parte de modo correcto, con buena extensión con bajos naturales y sin limitaciones de pecho, limpieza y naturaleza de emisión en la zona aguda, agilidad en los trinos y en las partes agudas. (“D’ogni colpa la colpa maggiore” “Se Dio veder tu vuoi”).
Laura Polverelli, en el papel de Giuditta que debía ser una soprano, en una mezzo soprano clara, quien a pesar de su buena voluntad interpretativa, no satisfizo técnicamente, como lo hizo recientemente en el Flaminio en Jesi. Al fondo de la iglesia donde yo me encontraba se escucharon medias voces casi sin sonido, graves entubados, explosiones de sonidos inflados (“Del pari infeconda”), articulación forzada en las silabas en los recitativos (“Che ascolto, Ozìa”), línea di canto poco homogénea, de pianísimos casi vacios de sonidos agudos (“Udite: Appena di Betulia”). Lastima porque Polverelli es una buena artista.
Dimitry Korchak (Carmi), un tenor opaco de sonido empastado “Non hai cor”, tiene una voz hibrida de feo timbre, pero técnicamente esta preparado para ejecutar con agilidad. (“Quei moti che senti”). Poco controlada fue la emisión vocal del bajo Vito Priante (Achior) quien exhibió una voz poco agraciada en el recitativo “Ubbidirò” mientras que en el aria Te solo adoro” emergió el bellísimo color oscuro que conocemos, una voz timbrada y vibrante pero cubierta por la orquesta. En el teatro hubiéramos salido ganando todos.
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