Mercedes Rodríguez
El Teatro de la Escuela de Carabineros fue el lugar elegido para acoger la Temporada de Ópera del Teatro Municipal de Santiago, afectado por el terremoto del pasado mes de febrero. Afortunadamente, el próximo día cuatro de agosto, tendrá lugar su reapertura. Este hecho, en cambio, no restó méritos a la función de la ópera de Händel. El elenco Estelar de Alcina, hizo honor a su calificativo. La soprano santiaguina Daniela Ezquerra creó un personaje íntimo, donde el poder y la magia se mostraron con gran sutileza. Su interpretación del aria Ah, mio cor! fue uno de los momentos mágicos de la noche por la exquisitez interpretativa y la línea de canto refinada. La Morgana de la también chilena Pamela Flores, se presentó con menos fluidez y flexibilidad vocal, una voz bastante fría, que necesitó tiempo para mostrar las mejores cualidades. El ingrato papel de Ruggiero fue interpretado por la mezzosoprano peruana Josefina Brivio, no sin pasar por las habituales dificultades vocales tan complicadas de resolver. La línea de canto se mantuvo pero la voz sonó velada y sin brillo.
El Teatro de la Escuela de Carabineros fue el lugar elegido para acoger la Temporada de Ópera del Teatro Municipal de Santiago, afectado por el terremoto del pasado mes de febrero. Afortunadamente, el próximo día cuatro de agosto, tendrá lugar su reapertura. Este hecho, en cambio, no restó méritos a la función de la ópera de Händel. El elenco Estelar de Alcina, hizo honor a su calificativo. La soprano santiaguina Daniela Ezquerra creó un personaje íntimo, donde el poder y la magia se mostraron con gran sutileza. Su interpretación del aria Ah, mio cor! fue uno de los momentos mágicos de la noche por la exquisitez interpretativa y la línea de canto refinada. La Morgana de la también chilena Pamela Flores, se presentó con menos fluidez y flexibilidad vocal, una voz bastante fría, que necesitó tiempo para mostrar las mejores cualidades. El ingrato papel de Ruggiero fue interpretado por la mezzosoprano peruana Josefina Brivio, no sin pasar por las habituales dificultades vocales tan complicadas de resolver. La línea de canto se mantuvo pero la voz sonó velada y sin brillo.
La soprano estadounidense Kirsten Sollek defendió bien vocalmente el rol de la joven Bradamante, mostrando una voz fresca y colocada. En cuanto a los roles masculinos, destacó la versatilidad vocal del joven tenor Andrew Bidlack, que dejó clarísimas sus posibilidades vocales y se le augura un futuro prometedor, y el barítono Patricio Sabaté defendió su Melisso con contundencia en todos los planos. La regia de Marcelo Lombardero y la escenografía e iluminación de Enrique Bordolini nos recuerdan a diversas corrientes de finales de los años 60 y 70, como los Graffiti o los toques Pop Art y psicodélicos. La Orquesta Filarmónica de Santiago tuvo unos cuantos tropezones especialmente notables en la sección de cuerdas, sobre todo al inicio, pero la batuta de Eduardo Browne los controló consiguiendo una buena concertación. Destacable la intervención del Coro del Teatro Municipal.
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