Gustavo Gabriel Otero
El Teatro del Libertador general San Martín de la ciudad de Córdoba -provincia de Córdoba, república Argentina- es el Coliseo más antiguo en funcionamiento del país. Fue proyectado en 1887 por ingeniero italiano Francesco Tamburini -el mismo del proyecto original del Colón de Buenos Aires-, quien trazó los planos en base a sus conocimientos de teatros europeos. Inaugurándose el 26 de abril de 1891. El 23 de agosto de 1891, al inaugurarse el ‘Centro Universitario’ se propone designar al coliseo provincial con el nombre de Teatro Rivera Indarte en homenaje al singular y polémico poeta nacido en Córdoba en 1814 y considerando que a la sala se la denominaba sólo como ’Teatro Nuevo’.
En 1950 al conmemorarse el centenario de la muerte de José de San Martín, el entonces gobierno nacional propone el cambio de nombre por Teatro del Libertador Gral. San Martín, luego, en 1956, se restituye el nombre inicial de Teatro Rivera Indarte. A partir de 1973 se lo rebautiza como Teatro del Libertador Gral. San Martín, que es el nombre se utiliza en la actualidad.
Los lineamientos principales de su programación, a cargo de Carlos del Franco, están orientados hacia la lírica, al repertorio sinfónico coral, ballets y diferentes ciclos sinfónicos y de música de cámara. La presencia de cuerpos estables hacen del Libertador un centro de producción propia. Durante los años 1999, 2000 y 2001 se ofrecieron excelentes temporadas y se inició una política de recuperación de óperas de autores argentinos. Poco duró esa política ya que al llegar otras autoridades se cambió de rumbo. Los últimos años fueron una pendiente de espectáculos con poca repercusión y la casi paralización de la sala. Ahora con esta nueva administración se vislumbra un renacimiento.
Para Carlos del Franco la música de autores argentinos resulta fundamental en el repertorio del Libertador y así en mayo se ofreció la Sinfonía N° 2 en Do menor, Op. 55 -“La bruja de las montañas”- del compositor argentino Alberto Williams (1862-1952), con una coreografía original de Teresa del Cerro y, ahora, se recurrió a la tercera obra de autor argentino más representada en la historia de la lírica nacional: Lin Calel de Arnaldo D’Esposito.
Mientas en la sala principal se ofreció esta ópera se desarrollaron las ‘Quintas Jornadas Nacionales de la Ópera Argentina’ para meditar sobre las composiciones nacionales en una convocatoria que reunió al compositor Valdo Sciammarella, al director escénico Daniel Suárez Marzal, a los especialistas Horacio Sanguinetti y Gustavo Otero y a la musicóloga Pola Suárez Urtubey, con el objeto de pensar una vez más en el pasado, presente y futuro de la ópera argentina.
Las mismas se iniciaron en el Foyer del teatro con el análisis de la ópera Lin Calel, sus fuentes literarias, su libreto, los autores y las características musicales, por parte de Gustavo Gabriel Otero, posteriormente Horacio Sanguinetti se refirió a la ‘La ópera en la sociedad argentina’ centrándose en lo que significó y significa el género en la Argentina además de mencionar a los grandes cantantes del pasado, como Enrico Caruso, que estrenaron óperas de compositores argentinos. Posteriormente en el salón denominado antebar se presentó el libro La ópera, 400 años de magia escrito por Pola Suárez Urtubey, trabajo que repasa la historia de la ópera, sus características generales, los autores y las principales obras con énfasis especial en las composiciones de autores argentinos. Las Jornadas concluyeron con una Mesa Redonda con todos los participantes, el director del teatro y la coordinación de Rubén Wisner, donde se abordaron el devenir y el desarrollo de la ópera en la Argentina.
Como conclusiones los panelistas indicaron que faltan políticas culturales estable con respecto a la ópera argentina, que es necesaria la grabación y difusión al meneos de las diez obras más representadas, que el puntapié inicial puede darse desde Córdoba grabando, editando y difundiendo esta versión de Lin Calel, que las óperas experimentales y contemporáneas de autores argentinos han tenido excelente repercusión y que se nota en los más jóvenes un acercamiento a las composiciones nacionales sin los prejuicios de los mayores. Paralelamente las representaciones de Lin Calel de D’Espósito contaron con un público entusiasta y con gran presencia de jóvenes que se entusiasmaron y disfrutaron de la historia que narra los amores de Lin Calel, hija de una cautiva blanca y cristiana con el gran cacique pampeano Tromén Curá, con Colikeo, cacique de las Tribus del Este, amor al que se interpone Auca-Lonco, gran cacique de los Andes del Sur, que arregló con Tromén Curá su matrimonio con Lin Calel a cambio de su apoyo en la guerra contra los blancos. La historia termina con una pelea en la cual Colikeo da muerte a Auca-Lonco y así puede reinar entre las tribus de los Andes y la Pampa con Lin Calel, prometiendo la hermandad con el hombre blanco.
El merecido aplauso coronó las actuaciones de Patricia González (Lin Calel), Juan Carlos Vasallo (Colikeo), Enrique Gibert Mella (Auca Lonco), Juan Barrile, (Tromén-Curá), Alicia Cecotti (Parnopé) y Mario Rossi (Kalfú Ketral). El público disfrutó de la prolija puesta en escena de Daniel Suárez Marzal y de la belleza de movimientos del ballet con la coreografía de Ángel Hakimian. Mientras, que agradeció el buen nivel de la Orquesta Sinfónica de Córdoba y del coro polifónico a la par que soslayó la rutinaria batuta de del maestro colombiano Hadrian Avila Arzuza, quien pareció no hallarse cómodo con el repertorio nacional.
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