Alicia Perris
Lina Tur Bonet (violín barroco) y Kenneth Weiss (clave). Seis sonatas para violín y clavicémbalo de Elisabeth Jacquet de la Guerre (1665-1729). Sábado 15 de enero de 2011.
Según detalla Lina Tur Bonet, la intérprete de violín barroco presente en esta velada, que también preparó las Notas al Programa de este delicioso concierto, Elisabet Jacquet fue una niña prodigio cuyo padre, organista, la presentó en la corte de Luis XIV, el gran territorio artístico de la época, en la arquitectura, los jardines, el teatro, la música y la danza. Madame de Montespan, una de las favoritas del Rey Sol la acoge en su casa, donde recibe una educación exquisita. En 1684 se traslada a París, se casa con el organista Marin de la Guerre. De esta época luminosa y feliz datan obras como Jeux à l´honneur de la victoire de 1691, o su ópera Céphale et Procris, de 1694. Los años de plenitud vital y creativa no duran siempre y así Elisabet perderá en poco tiempo a casi todos sus seres queridos, lo que la sumirá en un retiro nostálgico y doloroso. A la salida de éste, un nuevo momento existencial más maduro y asentado, le permite componer las seis Sonates pour le viollon et pour le clavecin en 1707, una joya musical que hoy ofrecen los dos intérpretes invitados. Estas obras son una aportación decisiva a la evolución de la sonata francesa, con su estilo italianizante adelantado para su tiempo, donde se entrecruzan la elegancia francesa y un despliegue de sentimientos que se ajustan como un guante al “espíritu barroco en su faceta más universal”. Las seis Sonatas, la I en re menor, la II en re mayor, la III en fa mayor, la IV en sol mayor, la V en la menor y la VI en la mayor, evocan formas muy cercanas a la danza o recuerdan los números, tan diferentes y tan complementarios de las Suites Francesas de Bach. Lina Tur Bonet, tiene una trayectoria sorprendente llena de proyectos. De familia ibicenca, recibió clases de maestros reconocidos como Chumachenco, Pichler y Kurosaki. Tocó con los mejores grupos de cámara internacionales, la dirigieron maestros como Biondi, Curtis, Abbado, Dantone y un largo etcétera. Publicó una tesis doctoral, “Simbología, retórica y la Ciaccona de Bach” para su master en Viena. Es profesora de violín romántico y barroco en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza y viaja por todo el mundo como intérprete e integrante de diferentes conjuntos y orquestas. Su musicalidad es evidente, igual que la compenetración que consigue con el clavecinista norteamericano, Kenneth Weiss, que en otro currículo prodigioso desarrolla su labor docente en el Conservatorio de París y la Juilliard School de Nueva York y ha articulado una nutrida participación en conjuntos musicales, festivales y grabaciones en Europa y el resto del mundo. Se podría decir más de este artista, pero no más claro. Un concierto sugerente, bien escogido por la sutileza y el desconocimiento que se tiene de Elisabet Jacquet. El acompañamiento de clave y el violín suenan muy bien, contextualizados en un teatro, el Carlos III, con una acústica prodigiosa. Buena técnica y sonido claro en el dúo de intérpretes y una expresividad evidente y conmovedora. Una manera de recobrar la mirada con que se reconoce el mérito y el esfuerzo de restauración del recién reinaugurado Coliseo Carlos III de El Escorial. Una pena que sólo se hubiera cubierto media entrada. Hay que disfrutarlo y aprovecharlo más, mucho más.
Según detalla Lina Tur Bonet, la intérprete de violín barroco presente en esta velada, que también preparó las Notas al Programa de este delicioso concierto, Elisabet Jacquet fue una niña prodigio cuyo padre, organista, la presentó en la corte de Luis XIV, el gran territorio artístico de la época, en la arquitectura, los jardines, el teatro, la música y la danza. Madame de Montespan, una de las favoritas del Rey Sol la acoge en su casa, donde recibe una educación exquisita. En 1684 se traslada a París, se casa con el organista Marin de la Guerre. De esta época luminosa y feliz datan obras como Jeux à l´honneur de la victoire de 1691, o su ópera Céphale et Procris, de 1694. Los años de plenitud vital y creativa no duran siempre y así Elisabet perderá en poco tiempo a casi todos sus seres queridos, lo que la sumirá en un retiro nostálgico y doloroso. A la salida de éste, un nuevo momento existencial más maduro y asentado, le permite componer las seis Sonates pour le viollon et pour le clavecin en 1707, una joya musical que hoy ofrecen los dos intérpretes invitados. Estas obras son una aportación decisiva a la evolución de la sonata francesa, con su estilo italianizante adelantado para su tiempo, donde se entrecruzan la elegancia francesa y un despliegue de sentimientos que se ajustan como un guante al “espíritu barroco en su faceta más universal”. Las seis Sonatas, la I en re menor, la II en re mayor, la III en fa mayor, la IV en sol mayor, la V en la menor y la VI en la mayor, evocan formas muy cercanas a la danza o recuerdan los números, tan diferentes y tan complementarios de las Suites Francesas de Bach. Lina Tur Bonet, tiene una trayectoria sorprendente llena de proyectos. De familia ibicenca, recibió clases de maestros reconocidos como Chumachenco, Pichler y Kurosaki. Tocó con los mejores grupos de cámara internacionales, la dirigieron maestros como Biondi, Curtis, Abbado, Dantone y un largo etcétera. Publicó una tesis doctoral, “Simbología, retórica y la Ciaccona de Bach” para su master en Viena. Es profesora de violín romántico y barroco en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza y viaja por todo el mundo como intérprete e integrante de diferentes conjuntos y orquestas. Su musicalidad es evidente, igual que la compenetración que consigue con el clavecinista norteamericano, Kenneth Weiss, que en otro currículo prodigioso desarrolla su labor docente en el Conservatorio de París y la Juilliard School de Nueva York y ha articulado una nutrida participación en conjuntos musicales, festivales y grabaciones en Europa y el resto del mundo. Se podría decir más de este artista, pero no más claro. Un concierto sugerente, bien escogido por la sutileza y el desconocimiento que se tiene de Elisabet Jacquet. El acompañamiento de clave y el violín suenan muy bien, contextualizados en un teatro, el Carlos III, con una acústica prodigiosa. Buena técnica y sonido claro en el dúo de intérpretes y una expresividad evidente y conmovedora. Una manera de recobrar la mirada con que se reconoce el mérito y el esfuerzo de restauración del recién reinaugurado Coliseo Carlos III de El Escorial. Una pena que sólo se hubiera cubierto media entrada. Hay que disfrutarlo y aprovecharlo más, mucho más.
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