Foto: Elisabeth-Claude Jacquet de La Guerre (1665-1729, French composer) por François de Troy. Lina Tur Bonet (*)
Cuentan que podría haber sido uno de los caprichos de Madame de Montespan, una de las favoritas del monarca -quien llegaba a recorrer hasta 60 km a caballo para gozar de los favores de sus damas- lo que terminaría de impulsar a Luis XIV a hacerse cargo personalmente del mecenazgo de la joven prodigio parisina. Pero lo cierto es que podemos creer que el Rey Sol, el amante y patrocinador de artes y artistas, no debió albergar dudas cuando el organista, masón y bien relacionado Claude Jacquet presentó a Elisabeth, su pequeña hija de cinco años, en una de las veladas en Versalles, donde todos pudieron admirar la belleza de su voz y las maravillas y el talento de la precoz niña al clavicémbalo. Bautizada el 17 de marzo de 1665 en París, Elisabeth Jacquet fue descendiente de una larga tradición musical: abuelo y tío eran afamados constructores de órganos.
Su padre era organista de la iglesia Saint-Louis-en-l'Ile de París , y todos sus hermanos fueron también músicos de buena reputación. Luis XIV la animó a “cultivar el maravilloso talento que le había dado la naturaleza”, de manera que la joven se mudó a Versalles, donde la citada Madame de Montespan la criaría con sus propios hijos, y donde recibiría una educación exquisita, pasando a formar parte de la más cultivada sociedad francesa y del universo versallesco. Allí fue llamada durante todo ese tiempo “La petite merveille” o “La merveille de notre siècle”, y ante su genio hubieron de rendirse todos los maestros de la época. Elisabeth fue siempre consciente de la inmensa oportunidad y del privilegio que todo esto supuso para su formación y su aprendizaje, y no dejó pasar jamás por alto ninguna ocasión de agradecer sus favores a Luis XIV, a quien dedicó sus obras, con emoción y reconocimiento, hasta la muerte del rey.
Así se expresaba la propia Elisabeth: “Desde mi más tierna edad (y este recuerdo será para mí eternamente preciado), tras ser presentada ante vuestra ilustre corte, donde he tenido el honor de permanecer durante varios años, he aprendido, Señor, a dedicaros todas mis vigilias. Desde aquel momento os dignasteis acoger con agrado las primicias de mi genio y habéis tenido a bien recibir, además, a partir de entonces algunas de mis obras. Pero esas señales privadas de mi devoción no me son suficientes y ansiaba la feliz ocasión de poder daros muestras públicas de ella" El propio Titon du Tillet en su "Le Parnasse Français" de 1732 (anecdotario sobre famosos poetas y músicos durante el reinado de Luis XIV) habla en estos términos de su "maravillosa facilidad para tocar preludios y fantasías espontáneamente”. “A veces, –nos dice du Tillet- improvisa sobre cualquier tonalidad o tema requeridos durante media o una hora completa con melodías y armonías de gran variedad, de manera impecable y encantando a sus oyentes".
Las primeras composiciones conocidas de Elisabeth Jacquet (**) no fueron escritas para clavecín, instrumento que tanta celebridad le otorgaba, sino que son pequeñas obras de factura dramática que se representaban en la corte, como una pequeña ópera cantada en la residencia del Delfín, y en los aposentos de Madame de Montespan el mismo mes, o una pastoral representada en varias ocasiones ante Luis XIV. Ella misma, con humildad y sorpresa, recordará una obra ofrecida en el domicilio del Delfín y “la fama y el renombre que [me] supuso aquella novedad, incluso en países extranjeros. Todas esas ventajas —añade— fueron señales indudables del éxito inesperado de aquel intento mío”. En 1684 abandonó el dorado de Versalles para mudarse a París y casarse con el organista Marin de la Guerre, quien acabaría siendo organista de la Sainte-Chapelle. En la capital no le costaría continuar con su carrera ofreciendo tanto clases particulares como conciertos de éxito como compositora e intérprete.
De este modo, el mérito y la fama de “Madame. de la Guerre” no dejaron de ir en aumento en esta gran ciudad, y todos los grandes músicos y entendidos acudían diligentemente a oírla tocar el clave. Incluso fuera de la corte siguió gozando del mecenazgo del rey todo el tiempo que él siguió con vida, componiendo a menudo a su encargo. De esta época feliz son obras como "Jeux á l´honneur e la Victoire" de 1691, o su ópera (tragédie lyrique) "Céphale et Procris" de 1694. De hecho, el "Mercure Galant" de diciembre de 1690 publicó nada menos que nueve páginas de su edición en verso calificándola de "sombra de Lully" o bien de "la compositora y músico más prominente". La que ya era conocida como Mademoiselle de la Guerre tenía entonces veintiseis años. Esta época de esplendor y sus gratas vivencias se verían, sin embargo, truncadas en un corto espacio de tiempo.
En unos pocos años, Elisabeth vería morir a la mayoría de sus personas cercanas: su madre, su padre, su hermano Nicolás, su marido y hasta su único hijo de diez años de edad, también un prodigio del clave. La compositora se recluyó en su intimidad durante varios años, y los amantes de su música tuvieron entonces que esperar hasta 1707 para su siguiente publicación que incluiría la colección de sonatas que hoy nos ocupa integralmente. Esta nueva Jacquet de la Guerre reaparece con madurez, reflexión y sabiduría regalándonos a los violinistas una de las más exquisitas y desconocidas páginas que nuestro repertorio, ya de por sí tan extenso y magnífico, posee. Las "Six Sonates pour le viollon et pour le clavecin" de 1707 son un ejemplo temprano del nuevo género de obras de clavicémbalo acompañadas, donde éste es tratado en forma obbligato, como ocurre por ejemplo con las Pieces de clavecin en concerts de Rameau.
Uno de los primeros conocidos en fomentar el nuevo e italiano estilo de la sonata sería Nicolas Mathieu, sacerdote de Sant-Ándré-des-Arts, en cuyo hogar se suponen las primeras audiciones parisinas de las triosonatas de Corelli publicadas en Roma en 1685. El primer compositor en crear con este innovador patrón en Francia sería Marc-Antoine Charpentier. Junto con Couperin y Rebel, Eisabeth Jacquet de la Guerre es una de las pioneras en explorar la Sonata en Francia. El estilo italianizante de sus Sonatas para violín, bastante adelantado a su época (en cualquier país que no fuese la propia Italia), da muestras de su maestría y su sensibilidad excepcional, creando inteligentes sucesiones armónicas, dando forma a los diversos registros estilísticos, adelantados a su época. Escalas ascendentes o descendentes, imitaciones, repeticiones de notas, intervalos de cuarta y progresiones puramente italianas conviven en la más perfecta simbiosis con la elegancia ornamental y la delicadeza de melodías y arias absolutamente francesas. Algunos adagios son apenas pequeños puentes entre dos movimientos más extensos, a modo de quasi recitativo, con función a menudo armónica para pasar de grado o incluso de modo.
Sus sonatas son sin duda una contribución fundamental dentro de la evolución de la sonata francesa. Esta publicación volvió, una vez más, a ser dedicada a su honrado Luis XIV, mostrando su gratitud y amor por el monarca que se ocupó de ella en los años de juventud. La honda expresividad que impregna su música, el amor a los detalles, la sabiduría de su mètier, la variedad de estados de ánimo y de formas, así como el contraste entre la intimidad y elegancia más francesa y el temperamento arrebatado tan italiano que destilan sus composiciones la convierten en una compositora que representa perfectamente el espíritu barroco y la parte más universal de éste. Nos deja ella así como legado una obra fantástica que le da su valor propio en el parnaso de los creadores del barroco, reclamando su merecido lugar entre los compositores más célebres y no sólo por el mero y curioso hecho de ser una mujer compositora.
(*) Lina Tur Bonet - Experta y conocedora de la vida y obra de la compositora francesa Élisabeth Jacquet de La Guerre. Se formó como violinista con Joaquín Palomares en Murcia y, después, en las Universidades de Friburgo y Viena con los profesores N. Chumachenco y G. Pichler. Ha recibido clases magistrales de Tibor Varga, Franco Gulli, Shmuel Askenasi, Augustin Dumay, Joseph Silverstein, Erich Hobart y Reiner Kussmaul. Ha estudiado violín barroco con Hiro Kurosaki y consorte e interpretación de Música Antigua con José Vázquez en la Universidad vienesa, donde también ha recibido clases de Música de Cámara y Viola. Ha sido concertino entre otros, de la Orquesta de Cámara de Mannheim, de Il Complesso Barocco de Italia, del Bach Consort de Viena y otros agrupaciones alemanas, así como solista de violín en el European Union Baroque Orchestra y de Les Musiciens du Louvre en Francia, bajo la dirección de Marc Minkowski, Alan Curtis, Fabio Biondi, Reinhard Goebel, John Holloway, Roy Goodman, Florian Heyerick, Paul Goodwin y un largo etcétera. Es primer violín de Les Arts Florissants, la Orquesta de Cámara Reina Sofía, el Österreichische Kammersymphoniken de Viena o Al Ayre Español, entre otros.
(**) Élisabeth Jacquet de La Guerre, o Élisabeth-Claude Jacquet de La Guerre (parroquia de Saint-Louis-en-l'Île de París, 17 de marzo de 1665 – París, 27 de junio de 1729), fue una compositora y gran intérprete de clavecín francesa.
Un trabajo genial, de verdad, muy elaborado y con muy buena información.
ReplyDeleteTe enlazo desde mi página: https://laperroverde.com/2017/09/13/clara-wieck/