Mercedes Rodríguez
La última función de esta magnífica ópera de Richard Strauss, nueva producción en el Teatro Real, y procedente del Festival de Salzburgo, dejó entrever cierto cansancio generalizado, quizá porque “el paso de los días” como ocurre en la ópera, dejó espacio a cierto desfallecimiento musical. No obstante, la belleza incomparable de la poesía de Hofmannsthal y la orquestación distinguida, elegante e inteligente de Strauss hicieron que la noche tuviera su brillo especial, aunque las voces y la dirección musical nos dejaran a falta de un plus de entrega que esta ópera merece. La puesta en escena que creó Wernicke y en la que colaboró Alejandro Stadler, quien ya la repuso en Baden-Baden y París anteriormente, proporcionó distinción al conjunto, dentro de una sencillez y un sentido dramático muy cuidado y sutil, y una estética muy agradable visualmente. El conjunto vocal fue bastante desigual. La soprano alemana Anne Schwanewilms, especialista en el repertorio de este compositor, encarnó una Mariscala pobre en recursos dramáticos, y vocalmente, pese a su calidad, le faltó expresividad y volumen. Joyce DiDonato, en cambio, se entregó vocalmente y en escena, dando muestra una vez más de sus extraordinarias cualidades, su redondez e igualdad en el registro y la belleza de su timbre. En cuanto a sus maneras como actriz, hizo que el personaje de Octavian fuera muy creíble. La Sophie de Ofelia Sala se desenvolvió con la naturalidad que caracteriza a su canto y tanto la Marianne de la soprano Ingrid Kaiserfeld como la Annina de la mezzosoprano Helene Scheneiderman estuvieron a la altura de la calidad vocal de las primeras féminas. En cuanto a los personajes masculinos, la decepción la encontramos en el bajo-barítono Franz Hawlata, quien sorprendió por la falta de proyección vocal, de apoyo, y acusados problemas en los registros extremos. Equilibrio y buen hacer entre el resto del elenco masculino: el barítono francés Laurent Naouri como Faninal, los tenores Peter Bronder como Valzacchi, y los españoles Ángel Rodríguez , Josep Fadó y José Manuel Zapata. El Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real estuvieron correctos, pero a la dirección del experto Jeffrey Tate, le faltó la intensidad que la música de esta obra requiere, lo que se vio reflejado en el resultado final.
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