Foto: Fredecir Iovino
Ramón Jacques
Después de asistir
a Nabucco de Verdi, el titulo con el
que concluyó la temporada de la compañía de ópera de Lille se convence uno que,
con pocos elementos, pero con ingenio y talento, lo que podría ser una función
rutinaria de una conocida obra de repertorio, puede convertirse en un
espectáculo dinámico, entretenido y emocionante. Así fue la ocurrente idea escénica de Marie-Eve Signeyrole que trasladó la
acción a la época actual, donde todos los eventos que ocurrían sobre el
escenario eran transmitidos con cámaras en directo a un noticiero que se veía
en pantallas a los lados del escenario. La idea de Signeyrole, fue más allá del
interior del teatro y la función, con los detalles ya señalados, fue
transmitida a la plaza frente al teatro y a más de 28 poblaciones cercanas a esta
ciudad, lo que generó, de acuerdo con datos proporcionados por el teatro, una
audiencia de más de 11 mil espectadores. La dirección escénica encontró y
plasmó muy bien temas políticos de la actualidad que tienen coincidencia con
los que describe el libreto. Las escenografías de Fabien Teigné consistieron
en rejas y escaleras metálicas, así como paneles transparentes, que simulaban
el interior de un palacio y que cambiaban constantemente dando fluidez a cada
escena. En el podio, el director
italiano Roberto Brizzi Brignoli
dirigió la orquesta nacional de Lille con presteza y eficacia. Como en toda
función de este título agradó el siempre esperado y conocido ‘Va pensiero’ de la mano de los coros de
los teatros de Lille y Dijon. Del elenco vocal, sobresalió la soprano Mary Elizabeth Williams, con robusta
pero flexible voz con la que sorteó las dificultades de Abigaille y en su
actuación. El barítono Nikoloz Lagvilaba gustó por su
caracterización de un personaje atormentado y al borde de la locura, que
vocalmente cumplió. Victoria Yarovaya
fue una sensual Fenena con timbre de grata textura; Simón Lim fue un Zaccaria de voz potente pero destemplada, y el
tenor Robert Watson estuvo muy
discreto como Ismaele, y un lujo fue tener al bajo Alessandro Guerzoni como el Gran Sacerdote.
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