Gentileza Prensa del Metropolitan Opera. Crédito: Marty Sohl.
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Nueva
York, 19/11/2016. Metropolitan Opera House. Lincoln Center for the Performing
Arts. Giuseppe Verdi: Aida, ópera en cuatro actos. Libreto de Antonio
Ghislanzoni, Eduard Mariette y Camille du Locle. Sonja Frisell, dirección
escénica. Gianni Quaranta, diseño de escenografía. Dada Saligeri, vestuario.
Alexei Ratmansky, coreografía. Gil Wechsler, iluminación. Stephen Pickover,
repositor. Liudmyla Monastyrska (Aida), Ekaterina Gubanova (Amneris), Marco
Berti (Radamés), Marc Delevan (Amonasro), Dmitry Belosselskiy (Ranfis), Soloman
Howard (El Rey). Eduardo Valdes (Mensajero), Jennifer Check (Sacerdotisa). Orquesta
y Coro Estables del Metropolitan Opera. Director del Coro: Donald Palumbo.
Dirección Musical: Marco Armiliato.
Las funciones de matinée de los sábados en el
Metropolitan Opera son populares en todo el mundo por sus trasmisiones en vivo
tanto en audio para diversas radios como en HD a cientos de salas en todo el
mundo. Muchas de estas funciones grabadas en audio y video de alta resolución
se comercializan, posteriormente, en DVDs y por ello las puestas en escenas son
conocidas por todos los públicos del orbe. Estar, por ello, una tarde en el Met
se convierte en una experiencia inolvidable, por la sala repleta, por la
calidad de sus cuerpos estables, la presencia de grandes estrellas canoras en
el escenario y la posibilidad de apreciar en directo puestas en escenas
-vislumbradas a través del video- pero que en vivo resultan majestuosas. La concepción de Aida Sonja Frisell -estrenada
en 1988- es de una perfección casi insuperable. Cada detalle es tenido en
cuenta tanto en el diseño como en la realización. Los movimientos de los
solistas resultan naturales y las masas se mueven con soltura y grandiosidad.
La parte de gran espectáculo está asegurada pero no se pierden los momentos más
íntimos. A la excelencia contribuyen los magníficos
decorados de Gianni Quaranta -que usa toda la potencialidad del escenario del
Met con escenografías que bajan o suben, con planos superpuestos y con
aperturas o cierres cuando son necesarios- y el bellísimo vestuario de Dada
Saligeri de alta calidad y buen gusto en cuanto a formas, colores y diseños. Terminan de concretar una puesta
verdaderamente inolvidable la sutil coreografía de Alexei Ratmansky y la
ajustada iluminación pensada por Gil Wechsler.
La soprano ucraniana Liudmyla Monastyrska
deslumbró como Aida, por calidad vocal, potencia del registro, homogeneidad de
timbre y temperamento interpretativo. El tenor Marco Berti (Radamés) comenzó un poco
forzado y algo exigido pero se fue asentando en el curso de la representación
redondeando un muy buen trabajo. El bajo Dmitry Belosselskiy fue un Ramfis de
calidad y que exhibió sólida autoridad, mientras que El Rey de Soloman Howard
resultó compenetrado y profundo. Mark Delavan fue un perfecto Amonasro mientras
que Ekaterina Gubanova (Amneris) lució su registro pleno de mezzo, una voz
pequeña pero bien manejada y una interpretación sin ninguna exageración y sin
excesos. Adecuados, para terminar de ofrecer un marco
vocal sonoro de calidad, Eduardo
Valdes (Mensajero) y Jennifer Check (Sacerdotisa), así como los Coros que
dirige Donald Palumbo. Inobjetable la orquesta de la casa bajo la
dirección de la experimentada batuta de Marco Armiliato.
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