Prensa Teatro Colón /Arnaldo Colombaroli
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 23/11/2016. Teatro Colón. Gustav
Mahler: Octava Sinfonía, en Mi bemol mayor. Solistas: Jaquelina Livieri, Daniela
Tabernig, Paula Almerares (sopranos), Guadalupe Barrientos, Alejandra Malvino, (contraltos),
Enrique Folger (tenor), Alejandro Meerapfel (barítono) y Fernando Radó (bajo). Participación
del Coro Polifónico Nacional. Orquesta Estable, Coro Estable y Coro de Niños
del Teatro Colón. Director del Coro Estable del Teatro Colón: Miguel Fabián
Martínez. Director del Coro de Niños del Teatro Colón: César Bustamante.
Director del Coro Polifónico Nacional: Darío Marchese. Dirección Musical: Enrique
Arturo Diemecke.
La Octava Sinfonía de
Gustav Mahler fue estrenada el 12 de septiembre de 1910 en Munich; a la
Argentina llegó el 29 de abril de 1977, en carácter de primera audición
sudamericana, en la sala del Teatro Colón. Se apreció en siete funciones de la
mano de Pedro Ignacio Calderón, a la sazón director general del Colón bajo el
gobierno de facto del momento, actuaron la orquesta Filarmónica de Buenos
Aires, los Coros de dicho teatro y se contó con solistas locales. Nuevamente
fue Calderón el brazo ejecutor, pero esta vez con la Sinfónica Nacional,
en una única oportunidad el 29 de octubre de 1998, también en el Colón pero en
la temporada de la Asociación Wagneriana. La tercera y última vez que la obra
se pudo escuchar en vivo fue con los elencos del Teatro Argentino de La Plata
tanto en su sala en la ciudad de las diagonales (septiembre de 2010) como en el
Stadium Luna Park (en noviembre de 2010) y con amplificación dado las
características de dicha sala de la ciudad de Buenos Aires. Por cuarta vez en la historia de la
Argentina, por segunda vez en la Temporada del Teatro Colón y por tercera en su
sala volvió la denominada Sinfonía de los mil con una versión con algunas
imprecisiones pero de buen nivel general. La
prestación de los tres Coros involucrados fue solvente: tanto el Coro
Polifónico Nacional -convocado como segundo Coro en las tres últimas
ejecuciones de la obra- como el Coro Estable y el Coro de Niños del Teatro
Colón, actuaron con la corrección y el profesionalismo que los caracterizan.
Quizás no fue del todo feliz la ubicación de las masas corales necesarias para
la obra ya que la campana acústica utilizada era más corta de lo necesario
Quedó un espacio al descubierto, entre primera fila de coros y la orquesta, de
unos dos o tres metros, con unos cortinados que intentaban atenuar la fuga de
sonido. Esto naturalmente afectó la escucha de los coros que en algunos
momentos resultaron un poco lejanos. La elección de las voces solistas, quizás
los mejores dentro de los cantantes locales, resultó más que acertada. El tenor
Enrique Folger interpretó con arrojo, buena emisión e intencionalidad sin
mácula. El barítono Alejandro Meerapfel sorteó las dificultades de su parte con
emisión segura y belleza vocal mientras que el bajo Fernando Radó volvió a
deslumbrar por su volumen, color y perfección. La soprano Paula Almerares en la
brevísima Mater Gloriosa no estuvo a la altura de sus amplios antecedentes,
mientras que la mezzosoprano Alejendra Malvino fue profesional, solvente y
ajustada, una cantante que nunca defrauda.En un año descollante la soprano Daniela
Tabernig volvió a demostrar su valía, su constante evolución técnica y
expresiva, su línea de canto exquisita y su notable presencia escénica.
Jaquelina Livieri afianza cada vez que se la escucha su imprescindible
presencia en los escenarios, mientras que la mezzosoprano Guadalupe Barrientos
impresionó por su volumen y su color vocal, en una prestación a todas luces
excelente. El maestro
Enrique Arturo Diemecke dirigió de memoria la obra intentando concertar todos
los detalles de una sinfonía única, difícil, atípica,
gigante y monumental. Lo logró en casi todo momento salvo por algunas
imprecisiones que no opacan que el maestro mexicano logró llevar a puerto
seguro una nave de por sí destinada habitualmente al naufragio. La Orquesta
Estable del Colón respondió con calidad como también el grupo de metales
situado aparte del resto (4 trompetas en Fa y 3 trombones) que se ubicaron en
un palco al fin de la platea. Y así el público y los artistas
involucrados salieron felices y satisfechos por un momento único y pocas veces
repetido.
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