Manon Lescaut |
Gentileza Prensa del Metropolitan Opera. Crédito: Ken Howard
Gustavo Gabriel Otero
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Por el estilo de programación del Metropolitan Opera de Nueva York se pueden presenciar entre tres y cinco óperas distintas en el curso de una semana. Esta Casa presenta más de veinticinco títulos en su temporada que se extiende desde la segunda quincena de septiembre de un año a los primeros días de mayo del otro. Las noches más importantes corresponden a los estrenos de las nuevas puestas escénicas que en el ciclo 2016-2017 son seis títulos (Tristan un Isolde; Guillaume Tell; L’amour de loin; Roméo et Juliette; Rusalka y Der rosenkavalier). Las reposiciones son mayoría y el espectador se puede encontrar con producciones repuestas por más de veinticinco años y que aún son plenamente vigentes. Participar de tres espectáculos operísticos consecutivos permite apreciar el funcionamiento de este coloso artístico, la calidad de sus producciones y la notable prestación de la orquesta.
Nueva
York, 17-18-19/noviembre/2016. Metropolitan Opera House. Lincoln Center
for the Performing Arts. Leos
Janácek: Jenufa. Giacomo Puccini: Manon Lescaut. Giacomo Puccini: La Bohéme.
Jenufa: Ópera en tres actos. Libreto de Leos
Janacek. Olivier Tambossi, dirección escénica. Frank Philipp Schlössmann,
escenografía y vestuario. Max Keller, iluminación. Oksana Dyka (Jenufa), Karita
Mattila (Kostelnicka), Hanna Schwarz (la abuela Buryja), Daniel Brenna (Laca), Josep
Kaiser (Steva), Rod Nelman (El capataz),
Richard Bernstein (El alcalde), Elizabeth Bishop (La alcaldesa), Clarissa Lyon (Karolka),
Dísella Lárusdóttir (Barena), Ying Fang (Jano), Sara Couden (La tía), María
Zifchak (vieja pastora). Orquesta y Coro Estables del Metropolitan Opera. Director
del Coro: Donald Palumbo. Dirección Musical: David Robertson.
Jenufa. La puesta escénica de Olivier Tambosi de Jenufa se sostiene con pocos elementos y cierto ascetismo. El símbolo más potente es una roca cuya presencia evoluciona a la par que la historia. Esta enorme roca podría representar el pecado de Jenufa ante los ojos de la sociedad en la que vive. En el primer acto la roca apenas asoma del suelo, en el segundo domina la escena y en el tercero luce fragmentada. La idea de Tambosi funciona y permite contar adecuadamente la historia. De buen diseño los decorados y el vestuario de Frank Philipp Schlössmann y de impacto la iluminación de Max Keller. En el podio David Roberson logró extraer toda la riqueza sonora y de orquestación de Janácek en una obra poco frecuentada hasta hace algunas décadas pero ahora establecida en el repertorio de los grandes teatros del mundo. Oksana Dyka fue una Jenufa con un registro lírico de alto impacto, mientras que brindó cátedra de interpretación Karita Mattila como la cruel Kostelnicka. Daniel Brenna fue un Laca de perfectos acentos, compenetrado y profundo mientras que al Steva de Joseph Kaiser le faltó volumen. Tiene el porte perfecto para el rol pero su emisión resultó exigida y en algunos momentos fue tapado por las masas orquestales. Muy homogéneo y correcto el resto del elenco, así como el Coro.
Manon
Lescaut: Drama Lírico en cuatro actos. Libreto de Marco Praga, Domenico Oliva, Giuseppe Giacosa, Ruggero Leoncavallo, Giulio Ricordi y Luigi Illica, basado en
la novela L'historie du chévalier des Grieux et de Manon Lescaut de Antoine-Françoise Prévost. Sir Richard Eyre,
dirección escénica. Rob Howel, diseño de escenografía. Fotini Dimou, vestuario.
Sara Erde, coreografía. Peter Mumford, iluminación. Paula Williams, repositora.
Anna Netrebko (Manon Lescaut), Marcelo Álvarez (Renato Des Grieux), Christopher
Maltman (Lescaut), Brindley Sherratt (Geronte de Ravoir), Zach Borichevsky (Edmondo),
Scott Scully (maestro de baile), Tony Stevenson (farolero), Philip Cokorinos
(posadero), David Crawford (sargento), Ricard Bernstein (comandante de marina),
Avery Amereau (un músico), Maria d’Amato, Christina Thomson Anderson,
Stepahanie Chigas y Rosalie Sullivan (madrigalistas). Orquesta y Coro Estables
del Metropolitan Opera. Director del Coro: Donald Palumbo. Dirección Musical:
Marco Armiliato.
Manon Lescaut. En este caso se ofreció la producción escénica de Richard Eyre estrenada en febrero de este año -que no aporta demasiado pero, al menos, no molesta- en la que las mayores fortalezas estuvieron en el elenco de cantantes y en la dirección musical. La acción se situó en 1941 con una Francia ocupada por los alemanes, la presencia de los nazis no se desarrolla dramáticamente. No obstante el trabajo de marcación actoral de Eyre es prolijo y con muy buen manejo de las masas. Interesente, pero a la vez complicada para los desplazamientos de los cantantes, la escenografía de Rob Howell. Muy en carácter los trajes diseñados por Fotini Dimou, correcta la pequeña coreografía de Sara Erde y muy buena la iluminación de Peter Munfrod. Anna Netrebko deslumbró como Manon. A su fascinante presencia escénica le adiciona un volumen notable, total seguridad musical, agudos brillantes, registro homogéneo, exquisitos pianísimos, un fraseo admirable y un manejo del dramatismo apabullante. Su voz ha crecido, se ha ensanchado y ha logrado pasar a un registro lírico-dramático de singular tersura. El manejo de los graves le adicionó interés a la composición de rol. Marcelo Álvarez como Des Grieux se mostró seguro y compenetrado. Cincela cada frase con perfección, recurre a un fraseo sutil que enfatiza la primera sílaba de cada frase, y se nota el cuidado puesto en la perfecta expresión. Como siempre seduce la belleza de su voz y su timbre homogéneo y meridional. Sus antecedentes en el bel canto le permiten emitir con sutileza pero a la vez, cuando el dramatismo lo amerita, sorprender con los tintes heroicos que puede darle al personaje. Con altísima calidad el Lescaut de Christopher Maltman y el Geronte de Ravoir de Brindley Sherratt. De buena prestación los coros así como el resto del elenco. Marco Armiliato dirigió una versión musical de primer orden. Con nervio, con estilo, con clase. Siempre dio apoyo a los cantantes, pero a la vez no perdió brillo en ningún momento, sutileza cuando fue necesaria o fuerza en los momentos que lo requieren.
La
Bohème: Ópera en cuatro cuadros. Libreto de Giuseppe
Giacosa y Luigi Illica, basado en ‘Scènes de la vie de bohème’ de Henri Murger.
Franco Zeffirelli, dirección escénica y escenografía. Peter J. Hall, vestuario.
Gil Wechsler, iluminación. J. Knigthen Smit, repositor. Kristine Opolais
(Mimí), Piotr Beczala (Rodolfo), Brigitta Kele (Musetta), Massimo Cavalletti
(Marcello), Patrick Carfizzi (Schaunard), Ryan Speedo Green (Colline), Paul
Plishka (Benoit y Alcindoro), Daniel Clark Smith (Parpignol), Yohan Yi y Joseph
Turi (Aduaneros). Orquesta y Coro Estables del Metropolitan Opera. Director del
Coro: Donald Palumbo. Dirección Musical: Marco Armiliato.
La Bohème: Aquí
nos encontramos con la clásica puesta de Franco
Zeffirelli estrenada en 1981 y ampliamente conocida, que sigue deslumbrando
a los espectadores por su potencia visual y dramática, por la perfección de los
movimientos de masas y por los detalles de escenografía. Nuevamente
Marco Armiliato fue puntal de la
representación con una versión orquestal suntuosa sin perder el necesario apoyo
a los cantantes y cuidar el equilibrio entre el foso y la escena. Piotr Beczala fue un Rodolfo ideal con emisión
pareja, registro homogéneo y potente timbre bellamente tenoril. Kristine Opolais fue una adecuada Miní. Su voz
es pequeña pero bien manejada, actúa con corrección y su prestación crece a
medida que avanza la representación finalizando el cuarto acto con notable
convicción. Seguro,
musical y compenetrado el Marcello de Massimo
Cavalletti, y muy en carácter la Musetta de Brigitta Kele. Poderosa
la voz de Ryan Speedo Green como
Colline, adecuado Patrick Carfizzi
como Schaunard y correctos los coros así como el resto del elenco.
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