Ermonela Jaho |
Foto crédito: Prensa Teatro Colón /Máximo Parpagnoli
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 12/09/2017. Teatro Colón. Giuseppe Verdi: La
Traviata. Ópera
en 3 actos, libreto de Francesco María Piave. Franco Zeffirelli, dirección
escénica y escenografía. Raimonda Gaetani, vestuario. Producción escénica
original de la Ópera de Roma. Stefano Trespidi, reposición de la puesta
escénica. Andrea Miglio, reposición de la escenografía. Anna Biagiotti,
reposición del vestuario. Martín Miranda, coreógrafo repositor. Ermonela Jaho
(Violetta Valery), Saimir Pirgu (Alfredo Germont), Fabián Veloz (Giorgio
Germont), María Victoria Gaeta (Flora Bervoix), Daniela Ratti (Annina),
Santiago Burgi (Gastón), Gustavo Gibert (Barón Douphol), Alejandro Meerapfel
(Marqués d’Obigny), Mario De Salvo (doctor Grenvil), Ariel Casalis (Giuseppe),
Cristian De Marco (Mensajero y Mayordomo). Orquesta y Coro Estables del Teatro
Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Dirección Musical: Evelino
Pidò.
El Teatro Colón presentó una razonable
versión de La Traviata de Verdi con
una buena puesta en escena, una versión musical diferente y adecuadas voces. Merced a un convenio con la Ópera de
Roma se recurrió a una puesta en escena de Franco Zeffirelli, estrenada en abril
de 2007, esto permitió que se aprecie por primera vez una puesta de Zeffirelli
en la Argentina. Poco se puede agregar a lo conocido
sobre la labor del gran maestro italiano como director escénico:
grandilocuencia, barroquismo, tradición, perfección en los movimientos de
masas, delineadas acciones paralelas de figurantes y coro, admirable manejo del
espacio. Con todo se nota el concepto escénico un poco avejentado. Variado y de
estricta época el vestuario de Raimonda Gaetani, razonable las coreografías
repuestas por Martín Miranda y adecuada la iluminación que entendemos pertenece
al director de escena repositor: Stefano Trespidi. En la dirección musical el maestro
Evelino Pidò resaltó los aspectos belcantistas de la escritura verdiana
buscando un sonido trasparente e intentando resaltar detalles y matices
dinámicos; a la vez decidió abrir todos los cortes que las tradiciones
impusieron a la partitura. La respuesta de los profesores de la Estable fue de
primer nivel. La soprano albanesa Ermonela Jaho fue
una Violetta Valery que no defraudó. No es una voz grande pero dosifica las
intensidades con cuidado e inteligencia fue convenciendo y compenetrándose a
medida que transcurría la noche y aunque en el primer acto se la notó algo
insegura y con vibrato, su canto fue creciendo hasta lograr un final de notable
impacto. Desplegó una importante gama de matices que van desde el susurro
proyectado con voz pequeña y calculadamente frágil hasta el agudo a plena voz. A su lado su compatriota Saimir Pirgu
fue un Alfredo de perfecta estampa, sin gran volumen pero con una voz bien
trabajada, emisión prolija y sutileza interpretativa. Mientras que el Giorgio
Germont de Fabián Veloz fue frío y autoritario, cantado con buen volumen y
adecuada línea. Ajustado el Coro Estable y de muy buen
desempeño el resto del elenco.
Hola Gustavo: estoy muy de acuerdo con el comentario de la puesta. Tuve la oportunidad, afortunadamente, de ver la función del domingo pasado vía streaming en la página del teatro y me pareció que fue una Traviata correcta. A mi juicio, fue una puesta bastante tradicional que, me dio la sensación, jugó a lo seguro y cumplió. La interpretación de Fabián Veloz me pareció particularmente digna de ser subrayada y me Saimir Pirgu me sorprendió muy gratamente como Alfredo.
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