Foto: Ramella&Giannese |
Renzo Bellardone
La puesta en
escena de Emma Dante exaltó el poder
maléfico de Lady Macbeth, así como los conflictos internos del protagonista,
atormentado por los delitos cometidos. La escena es expedita y hecha con pocos
elementos escénicos, pero también es muy rica y bien contextualizada, no solo
por los fáciles movimientos de las masas si no por la acción e interacción
entre los personajes. Los colores sobresalen y el rojo permanece silencioso en
contraste con el fondo negro, así como el color metálico de las coronas que
aparece para invadir la escena. Solo hubo algunas perplejidades como los higos
de la india o un esqueleto de caballo, que seguramente tenían algo de
filológico y de un simbolismo no inmediato. De cualquier manera, la dirección
fue vivaz y vivida con interesantes ideas y referencias, como la de San
Sebastián en la representación de la muerte del rey Ducano. El director musical
del teatro Gianandrea Noseda, estuvo indispuesto para dirigir por lo que designó
a Giorgio Laguzzi, quien demostró
habilidad para saber buscar el mejor ‘sonido’ para comunicar de la manera más
completa, así como gesto claro y buena intensidad con el foso. El coro dirigido
por Claudio Fenoglio en todas sus
partes, tuvo buena presencia y movimientos coreográficas apegados a la idea de
la dirección. Dalibor Jenis,
barítono de voz bruñida y bien modulada tanto en los pasajes de incertidumbre
como en su redescubierto coraje, se jactó de una buena presencia escénica que estuvo
a favor de una cautivamente interpretación.
Lady Macbeth fue personificada por soprano muy probada Anna Pirozzi, quien capturó los mejores acentos de la maldad del personaje y moduló la voz de manera apropiada. Como Banco, Marko Mimica, se mostró decisivamente en su parte y sobresalió con voz profunda y colores muy interesantes, dando la apariencia exacta del personaje. El noble escoces, Macduff, tuvo a Piero Pretti, conocido del público turinés, quien entusiasmó particularmente en sus partes solistas. La narración tuvo a diversos intérpretes, de los cuales cabe resaltar la bravura de Alexandra Zabala en el breve, pero incisivo, papel de la dama de Lady Macbeth. Bien estuvieron, Sabino Gaita como Malcolm, el bajo Giuseppe Capoferri como el sirviente, y Lorenzo Battagion que con tremenda voz, imprimió vigor a la primera aparición, así como el sicario de Marco Spotelli. En conjunto fue un sólido espectáculo desde la dirección, la interpretación y varios elementos como los vestuarios de Vanessa Sannino, las elegantes escenografías de Carmine Maringola y las esplendidas coreografías de Manuela Lo Sicco. Hace años acuñé una frase conclusiva que todavía me parece adecuada hoy. La música gana siempre.
Lady Macbeth fue personificada por soprano muy probada Anna Pirozzi, quien capturó los mejores acentos de la maldad del personaje y moduló la voz de manera apropiada. Como Banco, Marko Mimica, se mostró decisivamente en su parte y sobresalió con voz profunda y colores muy interesantes, dando la apariencia exacta del personaje. El noble escoces, Macduff, tuvo a Piero Pretti, conocido del público turinés, quien entusiasmó particularmente en sus partes solistas. La narración tuvo a diversos intérpretes, de los cuales cabe resaltar la bravura de Alexandra Zabala en el breve, pero incisivo, papel de la dama de Lady Macbeth. Bien estuvieron, Sabino Gaita como Malcolm, el bajo Giuseppe Capoferri como el sirviente, y Lorenzo Battagion que con tremenda voz, imprimió vigor a la primera aparición, así como el sicario de Marco Spotelli. En conjunto fue un sólido espectáculo desde la dirección, la interpretación y varios elementos como los vestuarios de Vanessa Sannino, las elegantes escenografías de Carmine Maringola y las esplendidas coreografías de Manuela Lo Sicco. Hace años acuñé una frase conclusiva que todavía me parece adecuada hoy. La música gana siempre.
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