Foto: Chris Kakol
Abigail Brambila
Salome es hasta hoy una de las más fascinantes,
dramáticas y favoritas operas de Richard Strauss, y esta temporada gracias
a la ópera de la Florida, muchos melómanos de Miami sufrieron y
disfrutaron también con la sobresaliente interpretación de la soprano Melody
Moore como Salome. Atónito quedó el público por la potente
voz que posee la soprano americana, oscura, brillante y con ciertos
tintes de dulzura y color, pienso yo, de una artista que se adentró en el
papel y le supo sacar provecho. Por otro lado, el personaje de Jochanaan fue
interpretado por el bajo-barítono Mark Delavan quien debutó en
este teatro, con una amplia y madura voz, de esas que logran poner la piel
chinita en más de una ocasión durante los aproximadamente 100 minutos que dura la
acción. Herodes le fue encomendado al tenor John Easterlin también
debutante en el teatro, quien estuvo correcto en su actuación y en su
canto. La mezzo-soprano Elizabeth Bishop fue una Herodías con
presencia, muy intensa y enérgica, y Narraboth fue encomendado al tenor Benjamin
Werley con un desempeño. La puesta en escena vista por
primera aquí, estuvo apegada a la trama, con vesturios de Richard St. Clair, y
buenas coreografías, nada exageradas, de Rosa Mercedes. De la dirección
escénica se encargó Bernard Uzan, de los directores de la vieja
guardia, quien dispuso movimientos precisos, sin más que destacar, y de
los que quizás se niegan a evolucionar. Timothy Myers, al
frente de la orquesta extrajo la sensualidad contenida en la partitura, su
dinámica fue adecuada y convenció a los músicos con su ágil
lectura.
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