Foto: Teatro Colón de Buenos Aires
Dr. Alberto Leal
En un teatro donde no se han presentado grandes nombres de la lírica actual en las últimas temporadas, teniendo una increíble trayectoria histórica, la presentación de Angela Gheorghiu y Roberto Alagna despertó un gran interés. Mi primera impresión fue ver el cuarto final de platea vacío, que luego fue llenado con gente del mismo teatro o invitados y los palcos altos igualmente desolados. Incluso algunos de los palcos balcón, donde yo me encontraba, estuvieron vacíos durante la función, no así los pisos superiores donde se podía apreciar un lleno casi total. Debo atribuir esta circunstancia a una cuestión de precios, ya que el interés masivo existía de tiempo atrás. El Colón ha gozado de inolvidables conciertos y recitales de artistas de la talla de Elisabeth Schwarzkopf, Victoria de los Angeles, Ghena Dimitrova, Renato Bruson y en especial el inolvidable concierto de Agnes Baltsa y José Carreras, ambos en el esplendor de sus carreras. Estos y muchos otros han marcado imborrables recuerdos en los que tuvimos la suerte de asistir y han incrementado el ya instalado prestigio internacional del Teatro Colón. Dado los nombres de los participantes en este concierto y su fama internacional era de imaginar otro galardón para nuestro querido Teatro.Ya el programa elegido creaba ciertamente dudas, en este tipo de conciertos se va a escuchar voces, arias conocidas, esplendor vocal. Con una primera parte dedicada totalmente a “Adriana Lecouvreur”, con mayoría de duetos y una segunda parte basada en duetos de Puccini y un aria de Catalani, parecía poco lo que se podía esperar. Es innegable que ambos cantantes mostraron glamour y simpatía, vestidos en forma impecable y derrochando gracia. Pero esto es suficiente para generar un gran concierto? La primera parte pasó con más pena que gloria. La señora Gheorghiu posee una voz de mediano caudal, un centro que por momentos fue inaudible y agudos poco cubiertos y por momentos destemplados. Esto me lleva a pensar cada día más en los “milagros” de la electrónica, ya que su voz en vivo dista bastante de sus grabaciones por lo menos en sus condiciones actuales. Omitió – sin que esto fuera anunciado- el aria “Poveri fiori” y su trabajo no tuvo relevancia alguna. El tenor Roberto Alagna, que tuve la oportunidad de ver años atrás en un espléndido “Elixir d’ amore” conserva una voz de tenor lírico más entera, aunque algunos de sus agudos fueron algo forzados. Creo que ha cometido un error al abordar papeles spinto o dramáticos, ya que sigue siendo un tenor lírico de volumen normal y aquí claramente uno puede explicar sus problemas en la Scala al cantar Radamés, muy lejos de sus posibilidades actuales, que tampoco acompaña su físico. De todas formas, si volviera a un repertorio más acorde con sus posibilidades vocales, creo que podría recuperar su nivel de años atrás. No parece suceder lo mismo con la Sra. Gheorghiu, considerando que no estaba con ningún problema que afectara su voz, la misma suena sin carne, prematuramente envejecida, con notables problemas en la zona aguda. En la segunda parte ambos cantaron un aria, además de los consabidos duetos, él “E lucevan le stelle”, correcto, tal vez en una forma demasiado introspectiva y ella “Ebben! Ne andró lontana” de La Wally, siempre adelantada a la orquesta y con un destemplado agudo final. Los cambios en el orden del programa siguieron ocurriendo sin aviso al público y culminaron el programa con el dúo de Tosca “ O dolce mani”, con otro agudo destemplado de la Sra. Gheorghiu y cortado de manera abrupta. La Orquesta en manos del maestro Ramón Tebar cumplió en general un trabajo correcto, aunque algunas desafinaciones en las cuerdas, especialmente en Tosca, son casi inconcebibles para un organismo de tanta trayectoria. Pero el trabajo del joven director fue de excelencia en el programa como un todo. Y llegó el momento de los bises. Que bises …… En perfecto castellano el tenor respondió que el Teatro no permitía bises. Desde su palco el Director del Teatro contestó “adelante maestro con lo que ustedes quieran”. Solamente se pudo escuchar – a capella - "Historia de un amor", de Carlos Almarán , cantado por Roberto Alagna, como una forma de promocionar su nuevo disco de canciones melódicas. Es sabido que el resto de los bises programados eran también canciones populares que por distintas causas no pudieron ser cantadas ni ensayadas. Y eso fue todo. La Sra. Gheorghiu agarrando de la mano al concertino para que la orquesta salga de escena y el público totalmente desconcertado. Creo que las autoridades del Colón han sido responsables de un programa famélico, hecho a medida al estado actual y necesidades de los cantantes, Alagna va próximamente a cantar “Adriana”, donde un ensayo con partitura en nada le venía mal y también a publicitar su disco de canciones melódicas. Glamour y simpatía alcanzan para una concierto donde el público concurre a ver grandes voces en su esplendor…que en este caso parece ya cosa del pasado. Lamentable.
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