Foto: Scott Suchman / Washington National Opera
El conocido director de escena inglés Jonathan Miller actualizó la opera Così fan tutte a una época moderna por considerar que su tema no esta vinculado a las estructuras sociales de un periodo especifico, si no a situaciones que pueden ocurrir en la vida diaria y en cualquier lugar de la actualidad. Es por ello que el desarrollo de la opera se situó en la ciudad de Washington D.C en un mediodía, según referencias de los supertítulos, con personajes que vestían ropa moderna de diseñador, bebían cafés starbucks, se comunicaban con iphones e incluso tenían tatuajes. En su concepción escénica se enfocó en crear personajes humanos que actuaban con naturalidad en vez de movimientos fijos y buscó exaltar el carácter satírico e irónico de la trama en el que todos participan del engaño, la mentira, la decepción y la traición, sin llegar a final claro o de reconciliación, que de acuerdo a la visión de Miller es lo permite la modernización de la obra. Así, en una habitación blanca, con cortinas blancas y algunas sillas y espejos, ideada por el propio Miller, y la alegre iluminación blanca de Neil Peter Jampollis, transcurrió la reposición de este drama giocoso mozarteano en el escenario de la opera del Kennedy Center de Washington. La orquesta fue dirigida por Phillipe Auguin, director titular de la compañía, quien mostró pericia y seguridad para realizar una lectura cargada de musicalidad y buena dinámica en los tiempos, con una sensación de ligereza de la sección de cuerdas. El coro tuvo breves pero seguras intervenciones. Del elenco vocal se puede destacar la elegancia y el garbo escénico del barítono ingles William Shimell quien dominó el papel de Don Alfonso con un timbre calido y penetrante. El tenor hispano-portorriqueño Joel Prieto cantó y actuó el papel de Ferrando con gracia, no le huyó a los agudos y sus notas de ornamento fueron muy claras. Por su parte, Elizabeth Futral bordó una simpática y vivaz Fiordiligi, muy movida en escena y mostró virtuosísimo vocal con dicción y nitidez. Renata Pokupić fue una afable Dorabella que agradó por su timbre oscuro y dúctil, y Teddy Tahu Rhodes sobreactúo el papel de Guglielmo y emitió un destemplado e ingrato timbre nasal. Finalmente, la soprano Christine Brandes tuvo un desempeño correcto cantando y actuando a Despina. RJ
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