Monday, April 14, 2014

A Coffin in Egypt de Ricky Ian Gordon - Estreno Mundial - Houston Grand Opera

Foto: Lynn Lane

Karina González 

A Coffin in Egypt del compositor estadounidense Ricky Ian Gordon es el estreno mundial número 52 que se presenta sobre el escenario de la Ópera de Houston. Esta ópera de cámara de 90 minutos de duración con libreto de Leonard Foglia, es una adaptación de la obra homónima de 1980 del dramaturgo y escritor texano Horton Foote en la que el personaje de Myrtle Bledsoe, una mujer de 90 años de edad, reflexiona sobre su vida pasada cuando fue una bella y acaudalada mujer, al lado de un infiel marido, viviendo en el pueblo de Egipto, Texas, mientras que al mismo tiempo lamenta las oportunidades que dejo perder: como sus amoríos con un jeque argelino o el ofrecimiento de un empresario de Nueva York por convertirla en una exitosa artista. El Libreto de Leonard Foglia, quien además se encargó de hacer una correcta y detallada dirección escénica, se enfocó principalmente en la lucha interna de Myrtle contra la amargura. Así transcurrió toda la obra, con un libreto de poca imaginación, sin una explosión final, y sin un desarrollo en la historia que envolviera y convenciera más al público o que captara el poético lenguaje de la obra de Hoote  A su vez, el sencillo montaje de Riccardo Hernández mostró ricas imágenes otoñales de la región texana del propio Hoote, y sus vestuarios fueron de buena manufactura, particularmente el elegante vestido de seda roja de la protagonista. La intérprete principal de este dramático tour-de- forcé fue la legendaria mezzosoprano Frederica Von Stade, única cantante en escena, quien volvió a pisar un escenario después de su anunciado retiro en el 2010 cuando en este mismo teatro se presentó en la opera Dead Man Walking de Jake Haggie. En este monodrama participaron además algunos actores que dieron vida a personajes como Hunter (David Matranga) marido de Myrtle y otros.  El trabajo actoral de Von Stade fue notable y en su canto mostró consistencia, con cada nota bien interpretada y con fluidez, exhibiendo su inconfundible timbre que sonó apasionado y reflexivo. Musicalmente, la orquestación de Gordon, con algunas similitudes al idioma tonal de Copland y siguiendo algunos leitmotivs, creó un ambiente musical suave y melancólico, desfasado con el escenario por el débil libreto con el que parecía ir en una dirección opuesta. Su estructura harmónica por momentos se convertía en atonal sin ningún motivo especial. Gran parte de la variedad musical la aportó un coro que cantaba himnos y canticos góspel, lo que además sugería la interacción racial que se daba en el pequeño pueblo. La reducida orquesta bajo la conducción de Timothy Myers ejecutó la partitura con sutileza y ligereza de manera correcta. La obra fue coproducida con la Opera de Filadelfia y el Wallis Anneberg Center for the Perming Arts de California, lo que le asegura algunas funciones más durante este año en el norte de Estados Unidos, así como en la costa oeste del país, pero pensar que esta obra tendrá una vida post-Von Stade, francamente resulta difícil de imaginar.

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