Foto: Ramella&Giannese
Renzo Bellardone
Zemlinsky y Puccini son dos
universos musicales diferentes entre sí, pero que en un cierto punto espacial
de reencuentran sobre un escenario para narrar musicalmente dos eventos que
suceden en la misma casa, en dos diferentes apartamentos. La sobriedad de las
escenografías de Santoliquido y Boasso es meritoria cuando la música es muy
bella y las historias se asemejan. La
dirección escénica de Vittorio Borrelli tendió a narrar con ojo
fotográfico y Stefan Anton Rock dirigió de manera seguro imprimiendo
vigor a la obra. Tragedia Florentina es turbulenta y lasciva, más allá de los
límites del comportamiento y lo moral. En ambos montajes hubo una cama, que mientras
en Schicchi fue un lecho de muerte y engaños, aquí fue una alcoba es de traiciones
y satisfacciones carnales. Ángeles Blancas Gulín fue la traicionera
Beatrice papel que interpretó con voz caustica o insinuante, pero
indudablemente con virtuosas acrobacias.
El papel de Simone el mercante se encontró en Tommi Hakala un
buen barítono con timbre adptado a la escritura, mientras que el tenor Zoran
Todorovich fue el príncipe Guido Bardi que se movió elegantemente por el escenario
infundiendo de crudo realismo al personaje, con una voz límpida y claro
fraseo. Antes de la composición de
Schicci, Puccini escribió la connotada frase “Después de la tinta negra de Il
Tabarro, tengo el deseo de burlarme” y por un transcendental efecto del destino
después de la sombría Tragedia Florentina, el Teatro Regio ofreció precisamente
a Gianni Schicchi. Clásica fue la
ambientación te la recamara con mesa, sillas y una gran cama en la que yacía el
difunto Buoso Donati; y los parientes en lagrimas por su partida, lloraban mas
al saber que estaban casi desheredados. El barítono bufo Carlo Lepore, conocido
y apreciado por el público de Turín cantó el papel de Gianni Schicchi modulando su voz a placer y manteniendo un
tono completo de un grato color potentemente oscuro. Rinuccio fue Francesco
Meli, talentoso y joven tenor que utilizó su buen instrumento con ágil y
expresivo lirismo de luminosos colores. Lauretta fue Serena Gamberoni
quien por su “Oh
mio babbino caro” recibió un meritorio aplauso, y por la poética modulación y
ofrecimiento del aria con voz clara y participe. Silvia
Beltrami quien interpretó a Zita, como también lo hizo en el Regio de
Parma, pueda ya ser considerada como una referencia en el papel que sabe
interpretar de modo bufo e impecable. Su voz profunda y muy oscura se
enriqueció de un temperamento fuertemente teatral. Un reconocimiento global
para el resto del elenco y una mención particular a Gabriele Sagona como Simón. ¡Una vez más venció la música!
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