Karina González
Los teatros importantes estadounidenses no renuncian
nunca a incluir dentro de sus temporadas obras pertenecientes al teatro musical
americano, o de sus propios compositores, y las presentan con montajes tan
opulentos y bien diseñados como con buenos elencos de cantantes como lo harían
con cualquier otra ópera. Como prueba de ello, la Lyric Opera de Chicago montó esta temporada, The Sound of Music de Rogers and Hammerstein y la Ópera de San
Francisco, Showboat de Jerome Kern,
por mencionar algún ejemplo. En Houston,
el turno fue de A Little Night Music de
Stephen Sondheim, en una elegante producción concebida por el diseñador de
modas estadounidense Isaac Mizrahi, estrenada
en el Opera Theatre of St. Louis en el 2010, quien se esmeró particularmente en
los vestidos de las mujeres de estilo antiguo, en tonalidades color oro, cobre
o en blanco. Sus escenografías fueron realistas con enormes robles, con un brillante
cielo azul que también se oscurecía, en un vistoso jardín donde ocurre la
acción en 1900, con continuidad por el cambio en escena de algunos elementos, y
al estilo de Sueño de una noche de verano
de Shakespeare. Como se sabe, la obra está inspirada en la película Smiles of a Summer Night de Ingmar
Bergman sobre enredos amorosos de varias parejas en Suecia en 1900. Esto dio
oportunidad a Mizrahi, encargado también de la dirección escénica, de crear
situaciones divertidas y cómicas, no forzadas, aunque el paralelismo que
intentó crear con la obra de Shakespeare, aquí pareció estar fuera de lugar. Del
extenso elenco de cantantes que cumplieron de manera adecuada, sobresalió el
desempeño de la soprano Elizabeth Futral
quien aportó el carisma, el encanto y la vivacidad del personaje de Desiree
Armfeldt, y cantó con claridad y exquisito fraseo, particularmente en su
conocida intervención en “Send in the
Clowns” El tenor Chad Shelton quien dio vida a un afable
y desconcertante Frederik Egerman con
una voz cálida muy lirica y mucha química con Futral tanto en la escena como en sus dúos. Joyce Castle fue una autoritaria Madame
Armfeldt de voz oscura de mezzosoprano que exhibió en “Liasons” y el barítono Mark Diamond un enérgico y convincente
Conde Carl-Magnus. La luminosa y algo
compleja partitura fue bien servida con destreza y sentimiento por la orquesta
de la Houston Grand Opera bajo la conducción de Eric Melear.
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