Johnny Teperman
La Orquesta Sinfónica de Chile, con su nuevo
director titular, el experimentado músico ucraniano Leonid Grin ofreció
este fin de semana en el Teatro Universidad de Chile, el primero de 23
conciertos de lo que será la temporada 2014 de la agrupación, la que se anuncia
de interesante y variada programación. Grin, quien será el conductor de los primeros
tres conciertos, partió encabezando una presentación de marcado tinte ruso, en
la que fue figura sobresaliente, el consagrado pianista Alexander Markovitch,
de esa nacionalidad. Las tres obras que se ofrecieron fueron de diferentes
carácterísticas y autores, aunque Grin dio en el clavo con una programación de
elevada calidad, de principio a fin. La Sinfónica partió con la interpretación de la emblemática Obertura
‘Caballería Ligera’, de Franz von Suppé, compositor y director de orquesta
austro húngaro, romántico nacido en 1819. Para Grin partir con esta música,
vigente hasta hoy a través de bandas sonoras de películas y dibujos animados y
entonada por chicos y grandes desde hace varias décadas, “es un estímulo para
los asistentes a conciertos”. La interpretación constituyó un acierto
total, en que se alternaron en forma excelente, los solistas y grupos de las
cuatro familias instrumentales, desde los bronces a las cuerdas. Vino a continuación, el Concierto para
piano N°2 de Sergei Prokofiev “una pieza brillante, que requiere de grandes
capacidades y virtuosismo del solista; una composición extraordinaria, donde el
autor enriquece el lenguaje musical del piano y las sonoridades casi a un nivel
orquestal. Requiere de un gran dominio musical y virtuosismo de parte del
solista y Alexander Markovich, con su imponente presencia y su talento y
dominio técnico a toda prueba, ofreció una depurada presentación, potente y talentosa.
Ovacionado, Markovich brindó un 'encore' que hizo las delicias del público.
El concertista europeo es famoso en el
mundo entero y ha actuado bajo la dirección de figuras del prestigio de Zubin
Mehta, Neeme Järvi, Vladimir Jurowski y Paavo Järvi, en importantes escenarios
del mundo. Cerró el concierto la Quinta Sinfonía de Piotr IIlich
Tchaikovsky, “una de las composiciones más queridas del compositor y
probablemente, de toda la música rusa”, según el propio Grin, “una sinfonía
fundamental donde la idea del destino, que domina la vida humana es expresada
una y otra vez en cada movimiento de la obra con increíble poder”. La Sinfónica
volvió a relucir sus mejores galas en la interpretación, con un exacto y muy
melódico despliegue a través de los hermosos cuatro movimientos.
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