Foto: Matthew Imaging
Ramón Jacques
Esa-Pekka Salonen regresó para dirigir a la Los Angeles Philharmonic, orquesta de la que fue director musical de 1992 al 2009 cuando le cedió el puesto a Gustavo Dudamel, y lo hizo con un programa que el personalmente eligió de obras del siglo XX y contemporánea, de repertorios afines a su gusto. Se ofreció el estreno americano de Graffiti, obra coral-orquestal del compositor finlandés Magnus Lindberg, cuya premier fue en Helnsinki el año pasado. En la breve obra de acento contemporáneo, se mezclaron pasajes de atonalidad orquestal con una rica orquestación, de cuerdas, metales, y profusas percusiones. El coro Los Ángeles Master Chorale, tuvo un buen desempeño cantando los textos en latín extraídos del Corpus Inscriptiounum Latinarium y de las inscripciones de Pompeya, que según el autor, describen una sociedad que dejo de existir hace dos mil años, pero que mantiene gran similitud con el mundo actual. La obra toma su inspiración e influencia en las obras de Stravinsky, notablemente su Oedipus Rex. En la segunda parte se escuchó el Castillo de Barba Azul de Bartok, en una versión en la que Salonen demostró conocimiento del repertorio, y en la que extrajo con admirable facilidad y fluidez, los diversos colores, timbres y emociones contenidas en la partitura, en los pasajes luctuosos, serenos y de tensión, y con una reforzada sección de metales en la parte alta de la platea. Anne Sophie Von Otter, cantó la parte de Judith con fuerza y expresividad, pero supo conmover por momentos, exhibiendo siempre su brillante tonalidad oscura. Por su parte, el bajo barítono Willard White mostró convicción en su canto, más sutil que potente en su acento y emisión.
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