Monday, September 21, 2009

La Creación de Haydn en México

Foto: Orquesta Sinfónica de Minería
Credito: Orquesta Sinfónica de Minería
Ramón Jacques

Fundada en 1978 por un grupo de ingenieros mexicanos, la Orquesta Sinfónica de Minería, que nació como fruto de la “Academia de Música del Palacio de Minería” (sede del Colegio Nacional de Minería) y cuyos orígenes se remontan al año de 1792 y del Real Seminario de Minas, concluyó su temporada 2009, que se realizó, como todos los años, durante el periodo estival en el mes de agosto en la Sala Nezahualcóyotl de la Universidad de México. El programa de gala elegido para la ocasión, inició de la Obertura de trompetas, op. 101 de Félix Mendelsshoh- Bartholdy, pieza que forma parte del catalogo de siete oberturas pertenecientes a este compositor, sin contar las piezas introductorias a sus operas y oratorios. Como su nombre lo señala, la trompeta juega un papel sobresaliente en esta alegre y musical pieza de escasos ocho minutos de duración, en la que se escuchan al inicio unas breves fanfarrias, que son retomadas en varias ocasiones durante el transcurso de la obertura, siempre con la significativa presencia de las brillantes trompetas. Bajo la segura conducción de su director titular Carlos Miguel Prieto, la Orquesta ofreció una lucida y rítmica interpretación. A continuación, se ejecutó el oratorio de Haydn, La Creación (o Die Schöpfung en alemán), obra que ilustra la creación del mundo como se narra en el Génesis, y cuyas fuentes de inspiración fueron los salmos y El paraíso perdido de John Milton. Se dice también que Haydn concibió la idea de crear este magistral oratorio después de escuchar diversas obras de Handel, notablemente El Mesías. Haydn estructuro musicalmente la obra en tres partes que representan: los cuatro días de la creación, la aparición de la vida y la introducción de Adán y Eva. Vocalmente, los personajes de Gabriel y Eva fueron encomendados a la soprano mexicana María Alejandres, vencedora absoluta de la edición 2008 del concurso de canto Operalia de Placido Domingo, quien dejó constancia de sus cualidades vocales e interpretativas, demostrando una voz muy flexible de grata tonalidad en el timbre, seguridad en todos los registros y claridad en la emisión de agudos, con los que fue capaz de emocionar en sus recitativos y en cada una de sus arias. El papel de Uriel, fue interpretado con pasión por el tenor mexicano Arturo Chacón Cruz, quien mostró un elegante fraseo y sugestivo timbre. El bajo estadounidense John Cheek cantó los roles de Rafael y Adán, con seguridad y entonación pero escasa proyección en el sonido de la voz. Matizadas y conmovedoras pueden definirse las intervenciones corales, ofrecidas por el Coro de la Universidad Veracruzana y el Coro Pro Música. En el podio, Carlos Miguel Prieto, ofreció una lectura convincente y entusiasta de la partitura, encontrando equilibrio con las voces y el coro, y extrayendo riqueza sonora y diversos colores instrumentales, particularmente de la sección de cuerdas y clavecín, de la orquesta.

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