Ramón Jacques
Una semana y media después de la reapertura del Teatro Colón de Buenos Aires comenzó el ciclo de conciertos extraordinarios que serán ofrecidos a lo largo de la temporada por la Orquesta Estable del Teatro Colón, a la par de sus compromisos habituales acompañando las funciones de opera y ballet. El concierto dio inicio con una placentera y deleitable ejecución de la majestuosa Sinfonía No. 9 en do mayor “La Grande” de Franz Schubert (1797-1928). Bajo la segura y convincente dirección musical de Stefano Ranzani comenzó la obra con la serenidad de la extensa melodía contenida en la introducción del primer movimiento (Andante allegro ma non troppo), que fue subiendo de intensidad al ritmo de una abundante sección de metales para vincularse, través de los oboes y fagots, a un tema de marcado carácter popular. Durante el resto de la ejecución no cesó de escucharse el énfasis en la melodía, la cantabilidad, y el carácter romántico que Schubert impuso a su obra, que es una especie de Lied instrumental en varias secciones. La sección de cuerdas de la orquesta mostró unión y cohesión con la que acarició con suavidad las notas más tenues de la partitura, y se percibió la notoria influencia de Beethoven en la movida danza rustica que acompañó al tercer movimiento.
La exuberancia orquestal de Wagner se hizo presente en la segunda parte del concierto, y bajo la apasionada y exaltada batuta de Ranzani se interpretaron: la obertura de la opera Tannhäuser, una de las páginas más difundidas del autor, que se interpretó con mucho ímpetu e intensidad y con un abundante despliegue de los metales de la orquesta. De la opera Tristán e Isolda se escuchó Muerte de amor, el final de la obra, en una versión puramente orquestal de inaudita belleza y expresividad. La solista invitada fue la soprano argentina Carla Filipcic Holm, quien cantó el aria de Elsa “Einsam in trüben Tagen” del acto I de Lohengrin con una robusta voz, opulenta emisión y colorido timbre, y “Dich, teure Halle”, el aria de Elizabeth del acto II de Tannhäuser, en la que mostró conmovedor lirismo y claridad en su acento. El final del concierto concluyó con un emotivo reconocimiento y la entrega de un presente por parte de la orquesta al maestro Stefano Ranzani, por ser el director invitado a dirigir las funciones de reapertura del teatro y por el profesionalismo y el decoro exhibidos en el desempeñó su labor.
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