
Prensa Fesnojiv
La sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño de Caracas se llenó para recibir al reconocido violinista Pinchas Zukerman y a la violonchelista Amanda Forsyth. Juntos tocaron con la Sinfónica de la Juventud Simón Bolívar conducida por el joven director Christian Vásquez, una de las nuevas promesas sobre el podio, que nace del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, adscrito a la Vicepresidencia de la República Bolivariana de Venezuela. Pinchas Zukerman, inspiración de tantos músicos desde que debutó a los 15 años en Nueva York y durante las décadas posteriores, fue recibido con aplausos, pero vendrían muchos más. La violonchelista Amanda Forsyth entró vestida de rojo y con su cello para interpretar con el maestro del violín el encuentro entre La Musa y el poeta escrito por el compositor francés Camille Saint-Saëns. Ambos solistas tienen una larga lista de conciertos juntos en diversos países.
Zukerman no sólo quiso venir como solista sino también como director. Para la pieza siguiente del repertorio no hubo podio. Los primeros atriles de las filas de cuerda dibujaron un semicírculo apretado. Desde allí, a ratos frente al público, a ratos frente a los músicos, Zukerman tocó y dirigió entonces, el Concierto nº 5 para violín y orquesta de Wolfang Amadeus Mozart. Por momentos, el espectador olvidó que el violín de Zukerman es un objeto y comenzó, casi inconscientemente, a sentirlo como un sujeto. El de este músico, nacido en Tel Aviv en 1948, es un violín que se desnuda, que se deja tocar en cada milímetro; y el espectador escucha y siente cada nota. Su arco no guarda secretos. Sucede con Zukerman que el instrumento es su voz.


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