Francesco Giudiceandrea
Esta producción de Roberto Devereux en la Opera de Roma es una reposición de un celebre espectáculo de 1987 el cual en su momento tuvo un gran éxito, con la producción escénica de Alberto Fassini y con Raina Kabaivanska como la gran protagonista. La producción actual le fue confiada al regista Joseph Franconi Lee, el cual, bajo la base de la experiencia de una larga colaboración artística con Fassini, se encargo de la realización. Se puede decir que la operación fue sustancialmente bien lograda y le permitió al publico poder ver a la distancia de los años, un espectáculo de importación tradicional pero muy estudiado, y cuyo cuidado de las particularidades fue absolutamente linear con la narración del evento. La escenografía y los vestuarios fueron los mismos ideados por David Walker en la producción original. Cuidadoso en la minuciosa reconstrucción del ambiente y sobretodo en la elección y en el juego de los colores. El todo fue claramente inspirado por los retratos de su tiempo, la tapicería de Bayreux y la tintas de la morada de Hatfield se reconstruyeron de manera elegante y muy eficaz, y la idea que estuvo presente en el imaginario colectivo de la Inglaterra elisabetiana, tanto por lo que tiene que ver con la caracterización de la corte, como en el final del primer acto con el dueto en los jardines de Sara, donde la elección cromática se fundió bien con las melodías donizettianas para definir el clima de la escena, y del sabor vagamente shakesperiano. El único particular que fue para mi incomprensible, sobretodo en un contexto tan atento a los colores, pareció la elección de la tinta de las mascadas, objeto fundamental en el desarrollo de la obra, que tanto en el texto poético como en las indicaciones del libreto viene claramente y repetidamente indicado como celeste y oro, y en este espectáculo se uniformó con los tonos de las escenas y de los vestuarios, privándolo de este modo, y a mi forma de ver, del debido resaltar expresivo. La orquesta dirigida por el maestro Bruno Campanella sonó siempre con elegancia sin nunca sobrepasar las voces y conservando siempre el gusto de un fraseo nunca banal o repetitivo y el cuidado de un sonido siempre suave y rotundo, también en los momentos de fuerte tensión dramática que provee la partitura. La compañía de canto, la que se notó globalmente en un óptimo nivel de profesionalidad, no logró sin embargo, conferirle al espectáculo aquello que permite realizar el pasaje entre alcanzar solo un buen resultado y un triunfo, como le sucedió a la producción anterior. En el papel epónimo, el tenor Gianluca Terranova obtuvo un notable éxito personal. A pesar de no tener una presencia escénica imponente y una recitación sustancialmente correcta pero convencional, se hizo apreciar por la magnifica voz amplia, segura, brillante y por la sentida realización del personaje de Roberto, enteramente basada en su bella vocalidad.
Esta producción de Roberto Devereux en la Opera de Roma es una reposición de un celebre espectáculo de 1987 el cual en su momento tuvo un gran éxito, con la producción escénica de Alberto Fassini y con Raina Kabaivanska como la gran protagonista. La producción actual le fue confiada al regista Joseph Franconi Lee, el cual, bajo la base de la experiencia de una larga colaboración artística con Fassini, se encargo de la realización. Se puede decir que la operación fue sustancialmente bien lograda y le permitió al publico poder ver a la distancia de los años, un espectáculo de importación tradicional pero muy estudiado, y cuyo cuidado de las particularidades fue absolutamente linear con la narración del evento. La escenografía y los vestuarios fueron los mismos ideados por David Walker en la producción original. Cuidadoso en la minuciosa reconstrucción del ambiente y sobretodo en la elección y en el juego de los colores. El todo fue claramente inspirado por los retratos de su tiempo, la tapicería de Bayreux y la tintas de la morada de Hatfield se reconstruyeron de manera elegante y muy eficaz, y la idea que estuvo presente en el imaginario colectivo de la Inglaterra elisabetiana, tanto por lo que tiene que ver con la caracterización de la corte, como en el final del primer acto con el dueto en los jardines de Sara, donde la elección cromática se fundió bien con las melodías donizettianas para definir el clima de la escena, y del sabor vagamente shakesperiano. El único particular que fue para mi incomprensible, sobretodo en un contexto tan atento a los colores, pareció la elección de la tinta de las mascadas, objeto fundamental en el desarrollo de la obra, que tanto en el texto poético como en las indicaciones del libreto viene claramente y repetidamente indicado como celeste y oro, y en este espectáculo se uniformó con los tonos de las escenas y de los vestuarios, privándolo de este modo, y a mi forma de ver, del debido resaltar expresivo. La orquesta dirigida por el maestro Bruno Campanella sonó siempre con elegancia sin nunca sobrepasar las voces y conservando siempre el gusto de un fraseo nunca banal o repetitivo y el cuidado de un sonido siempre suave y rotundo, también en los momentos de fuerte tensión dramática que provee la partitura. La compañía de canto, la que se notó globalmente en un óptimo nivel de profesionalidad, no logró sin embargo, conferirle al espectáculo aquello que permite realizar el pasaje entre alcanzar solo un buen resultado y un triunfo, como le sucedió a la producción anterior. En el papel epónimo, el tenor Gianluca Terranova obtuvo un notable éxito personal. A pesar de no tener una presencia escénica imponente y una recitación sustancialmente correcta pero convencional, se hizo apreciar por la magnifica voz amplia, segura, brillante y por la sentida realización del personaje de Roberto, enteramente basada en su bella vocalidad.
Alberto Gazale en la parte de Notthingham mostró algunas señales de cansancio en el registro agudo en la repetición y en la conclusión de la cabaletta pero se debe considerar que esta era la segunda de dos funciones consecutivas. Aun así, realizo su propio personaje con elegante figura escénica y cantó con bello timbre, sin excesos y falta de gusto y conservando siempre una línea de canto homogénea, noble y cuidadosa. Siempre sobre un plano, diría bueno, pero con resultados levemente inferiores, la prestación de Sonia Ganassi como Sara, mostró una optima musicalidad, pero con un volumen de voz no particularmente amplio y alguna aspereza en los extremos agudos, las ansias y los tormentos interiores del propio personaje, se distinguió en modo particular en el dueto con el tenor. Llegamos a la protagonista de la noche, Carmela Remigio, en la larga y empeñosa parte de Elisabetta. Muy controlada y cuidadosa en el aria de inicio, mesurada en el sucesivo dueto con el tenor, y así se fue creciendo en el curso del espectáculo, hasta la celebre escena final hecha con mucha musicalidad, propiedad de acento y participación, recogiendo un éxito sin mas meritorio. Una Elisabetta como la de Remigio, sustancialmente bien cantada, entonadísima y suave en el desarrollo y sostenimiento de las largas arcadas de las melodías donizettianas, ya sea con un registo grave no muy sonoro y la agilidad fue bien ejecutada pero diría no pirotécnica. Sin embargo, lo que se dice y deja perplejo es su realización del personaje es que es su excesivo deseo en el declamado de algunas frases y del hecho que la recitación se expresa a través de una gestualidad un poco estereotipada que no parece nacer del interior de la música o del personaje mismo si no que viene como sobrepuesta en un modo que al final resulta un poco genérico y artificial. Pero quizás de esto podría ser responsable el regista. Discretas las partes secundarias y buena la prueba del coro. Un apunte a la realización del programa de sala, que es absolutamente superficial e impreciso porque mostraba una excesiva atención por la justamente celebrada prima donna de la producción precedente, pero en un modo que definiría poco respetuoso por el apreciable profesionalismo del elenco actual. En fin, fue una lastima por los pocos lugares vacíos, para un espectáculo de bueno nivel, que en todo caso tiene el merito de reproponer una opera extremadamente interesante bajo el perfil musical y teatral y de poco frecuente ejecución.
s
Thank you very much for your very good article of the unforgettable performance, Roberto Devereux in the Opera Roma. Gianluca Terranova`s singing was and unforgettable delight! Yes, his voice is absolutely superb, the most beautiful lyric tenor voice, I`ve ever heard! His voice is a real sensation! And all the cast, the whole Roberto Devereux performance was just great!
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