Foto: Hans van den Bogaard
Federico Figueroa
Esta coproducción de Die Zuberflotre en la De Nationale Opera de la English National Opera y el Festival de
Aix-en-Provence ya había sido aplaudida en Amsterdam en diciembre de 2012 y por
petición popular fue repuesta apenas dos temporadas después. El director
escénico inglés Simon McBurney recreó, de forma extraordinaria,
el rito iniciático urdido finamente por Schikaneder y Mozart. Su propuesta
partió del texto, de la búsqueda del conocimiento, base del ideal de la
Ilustración según el cual deberíamos ir de la oscuridad a la luz. Sin dejar
pasajes donde la carne también clama por ser atendida. Y McBurney lo presenta cercano, tanto en
la forma como en los conceptos. También retoca las partes habladas sin pudor.
El monólogo de Sarastro con que se inicia el segundo acto se convierte en una
reflexión actual de la crisis general que aún atravesamos. La escenografía (Michael Levine),
aparentemente simple, está compuesta por un plano móvil suspendido del techo.
La complejidad técnica sorprende por la precisión con que la que maquinaria y
artistas se mueven sobre y debajo de ella. La iluminación espléndida de Jean
Kalman es
otro factor de gran valía, así como las proyecciones de video (Finn Ross).
Verdaderamente vale la pena verla, por lo imaginativa, sorprendente y bella. La
interacción entre orquesta y escenario en esta propuesta es visible. El primer
flauta sube al escenario y también el músico que hace sonar las campanas de
Papageno (Glocekenspiel)
así como varios músicos que se encargan de hacer los sonidos ambientales. En el
podio el maestro Marc Albrecht tuvo una noche inspiradísima al
frente del Nederlands Kamerorkest.
Su lectura fue ágil, sugerente en todo momento y perfectamente acorde con
aquello que ocurría en el escenario. El elenco de Die Zauberflöte en la
De Nationale Opera, brillantemente y homogéneo, desde el tenor Maximilian Schmitt como un Tamino con cuerpo vocal
rotundo, seguro en la zona aguda de su registro y magníficamente interpretado
hasta la soprano Iride Martínez interpretando a la Reina de la
Noche con adherencia al personaje creado por McBurney. Extraordinario el
barítono Thomas Oliemans como un exuberante, vocalmente,
Pagapego. Espléndida la Pamina delineada por Chen Reiss, cantante
elegante y con espesor. El Sarastro de Brindel Sherratt exhibió el volumen de su voz
aunque un tanto hierático. Monostato (Wolfgang
Ablinger-Sperrhacke ),
Papagena (Regula
Mülhemann), las tres damas de la Reina de la Noche (Judith van Roij, Silvia
de la Muela, Julia Faylenbogen),
los tres magníicos niños del Knaben Chor de Dortmund, acertadísimos en
sus cometidos, al igual que el coro de la Nationale Nederlnadse. El público
aplaudió hasta el delirio a cantantes, orquesta y a la propuesta escénica.
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