Foto: Ramella&Giannese - Teatro Regio Torino
Ramón Jacques
Desde la primera representación de Hänsel
e Gretel, en Weimar en 1893 conducida por Richard Strauss, al día de hoy, la
ópera ha permanecido de manera interrumpida en el repertorio de los teatros en
el mundo, y aunque la ópera había sido representada en varias ocasiones en el
Teatro Regio de Turín, apenas hasta ahora se escuchó por primera ocasión en su
versión original en alemán. Esta obra no es solo para niños ya que en ella se
encuentran proyectados sentimientos, pensamientos y actitudes de adultos. Ese
mundo fantasioso del cuento de hadas fue captado cabalmente con la producción de
1991, de Emanuele Luzzati con
simpáticos vestuarios de Santuzza
Calì.
El director Vittorio Borrelli, quiso
transmitir esa magia contenida en el libreto, trabajando detalladamente en la
memoria y actitudes de los protagonistas, que jugaron y bailaran como niños,
pero con el espesor vocal necesario para cantar sus partes. Las escenas del
bosque encantado aportaron el mayor atractivo visual con bailarinas de ballet, como
ángeles cubriendo el sueño de los niños con una enorme y delga tela transparente.
Divertida fue la escena de la bruja sexy que bailaba y cantaba, y que al caer
dentro un horno se convirtió en una enorme galleta. Mayor brillantez de la
iluminación a una puesta un tanto oscura
hubiera resaltado aun más el escenario. Vocalmente el elenco se desempeño bien,
como la mezzosoprano Annalisa Stroppa,
considerada la nueva figura del canto en Italia, quien aportó una voz clara de
timbre pulido, radiante y fresco, buena técnica y agilidad a Hänsel. Como
Gretel, la soprano Regula
Mühlemann presumió su fondo belcantista con una técnic refinada y un
timbre pleno de harmónicos que se iluminaba en los agudos. Como la bruja, Natascha Petrinsky cantó con su
profunda y oscura voz de mezzosoprano, y resaltó su carismática presencia con
gracia e ironía. Cumplieron correctamente Tommi
Hakala como el padre Peter, Atala
Schöck como Gertrud la madre,
Bernadette Müller en sus
intervenciones como hada, así como el coro de niños del teatro. Un aspecto a considerar es la rica
orquestación de la obra, que fue el
punto más alto de la función bajo la conducción de Pinchas Steinberg, quien demostró habilidad y cuidado en su
conducción, con la que extrajo el espíritu y agradable encanto de la colorida partitura,
así como la simplicidad en la melodía, y lo hizo con dulzura y en un clima casi
liederistico.
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