Fotos
de Edmundo López Palomino / Instituto Nacional de Bellas Artes, México
Ramón
Jacques
El ensamble italiano
de música antigua Il Rossignolo se presentó por primera vez en el país en un
concierto realizado en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. El
programa ofrecido para la ocasión se tituló “Händel y los Castrados toscanos”
que combinó diversas piezas musicales del célebre compositor alemán con
arias de algunas de sus operas compuestas para ser interpretadas por
reconocidos castrados de su época como: Giovanni
Battista Andreoni, Gaetano Berenstadt, Andrea Pacini y Francesco
Bernardi (mejor conocido como Senesimo).
Es loable el trabajo de difusión de obras poco conocidas de diversos
compositores, particularmente italianos, de las cuales ha realizado grabaciones
discográficas este grupo bajo la guía de
su director Ottavio Terenani. En
este punto quisiera mencionar que la obra que le dio reconocimiento mundial al ensamble
así como un lugar en el mapa de la música antigua, fue el descubrimiento que
hiciera en el 2007 el propio Terenani de Germanico,
ópera inédita de Händel que se considera como su primera ópera italiana y que fue grabada en el 2010 en el selllo deutsche harmonia mundi con un
elenco de cantantes que incluyó a Sara
Mingardo, Maria Grazia Schiavo, Marcus Staveland, y al contratenor
argentino Franco Fagioli, entre
otros. En el concierto que nos ocupa,
fue un deleite escuchar Sonata a trió
para flauta, violín y bajo continuo en
si menor, HWV 386b, de la Sonata a trió
para dos flautas y bajo continuo en si menor, HWV 395 y de la Sonata a trió
para flauta, violín y bajo continuo en fa mayor, HWV 389, en conmovedoras y
delicadas interpretaciones, cargas de ligereza, sentimiento e intención proveniente de un reducido pero uniforme grupo
de músicos, con la dirección desde el clavecín de Ottavio Terani. Contrastante
y algo desalentadora fue la participación del contratenor Antonio Giovannini, una voz dinámica, pero de timbre color oscuro, áspero
y poco grato, tirante en ciertos pasajes
en los que incurrió en evidentes desafinaciones y desfases con el buen marco
musical brindado por los músicos, en arias como “Un guardo solo pupille amate” y en “Per
salvarti ídolo mio” de Rinaldo, la cosas mejoraron en la exigente “Quel torrente che cade dal monte” de
Giulio Cesare, más un chispazo de inspiración
y perspicacia de Giovannini, con la que arrancó
una larga ovación del público.
Poco que
realzar o agregar a su irregular desempeño vocal en las arias “Bella, Asteria il tuo cor con mi difenda”
y “A dispetto d’un volto ingrato” ambas de la ópera Tamerlano. Se pudo escuchar también “Rompo i lacci e frango i dardi” aria de Flavio, Re de’Longobardi, ópera poco representada que sin embargo se
ofreció en el repertorio de varias temporadas de la antigua New York City
Opera. Como único bis al final del concierto, se ofreció el aria “Lascia la spina” del oratorio Il trionfo del tempo e del disinganno, con
la música que Händel más tarde reutilizó para componer la conocida “Lascia ch’io pianga” de Rinaldo.
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