Foto: Ramella&Giannese - Teatro Regio di Torino
Renzo Bellardone
La primera representación en Turín de ‘La donna serpente’ se configuró como
un evento excepcional en torno al cual
el Teatro Regio y la ciudad de Turín construyeron un ‘proyecto’ de festival
sobre la figura del compositor Alfredo Casella. Por este motivo, no es posible
hablar de la ópera limitándose a impresiones auditivas y visuales, si no que es
necesario comentar algunas citas. Hojeando el programa de mano con algunas
entrevistas al intendente del teatro Valter Vergnano y del director musical
Gianandrea Noseda se menciona que
“Casella representa una importante figura del siglo XX; Faurè fue su maestro,
mientras que entre sus amigos se encontraba Debussy, Ravel y Stravinsky. A propósito de la composición musical, Noseda
se refería ‘por ejemplo il ‘Lamento’ de Miranda (de Vaghe stelle
dell’Orsa)tiene una fascinación antigua que no es la del aria clásica con sabor
del siglo diecinueve, es más bien del madrigal…el ‘quinteto delle maschere’
está basado en un ejercicio lingüístico de gusto rossiniano que conduce a un
desarrollo que se mantiene cómico, que suena completamente diverso” Lucilla
Castellari en su libro “Dal carnavale veneziano al romanticismo musicale
tedesco’ escribió ‘con La donna
serpente’ Carlo Gozzi imprimió un cambio en la producción de
fabulas, volviendo a la fabula de magia, exasperando la espectacularidad y la
complejidad de la historia, conservando la formula pasional y por ciertos
aspectos patética, experimentada en Turandot; lo que Edoardo Sanguinetti definió
como ‘la genial invención de un género: la fabula escénica” La historia es complicada y de no fácil
comprensión por el gran numero de personajes y enredadas situaciones pero la
propuesta del Regio es permanecer en sintonía con la fabula, con el sueno
irreal en un mundo de colores, sonidos, luces y sombras. La música parece inmediatamente gustosa, sin
los bruscos acentos de algunos compositores contemporáneos y al mismo tiempo
sin manierismos de ciertas arias antecedentes. Gianandrea Noseda dirigió de manera segura y concentración ya que
se trata de una partitura compleja que afrontó con la pasión crítica ya
empleada en las precedentes búsquedas y grabaciones del turinés Casella, del
cual Noseda es un conocedor e incansable divulgador. La intensidad de la orquesta fue siempre
fuerte, y en esta ocasión se obtuvieron las pasiones y el deseo que se
acumulan. Lo que se alcanzó fue una música que captura, que envuelve y que
atrae. La puesta en escena fue fabulosa, y su esencialidad dejo espacio para la
fantasía, fue de Fattoria Vittadini con coreografías de Riccardo Olivier, y los vestuarios de Gianluca Falaschi fueron hechos de manera simple, fulgurantes
colores en caleidoscopios y acuarela así como elementos de fuerte escena. La
cautivante y sugestiva luz fue de Giuseppe
Calabrò y las geométricas y armoniosas escenografías de Dario Gessati crearon un fantástico
espacio atemporal. La dirección de Arturo Cirillo fue respetuosa de la
comedia del arte catapultada en la contemporaneidad futurista. Piero
Pretti tenor de timbre suave interpretó al rey Altidor con justos toques
patéticos y de pasión amorosa con emisión clara. Carmela
Remigio receptora del prestigioso premio Abbiati 2015, interpretó a la hada
Miranda con centelleante lirismo y pureza de fraseo llevado al extremo y
exaltado en el ‘Vaghe stelle dell’orsa’ sin el apoyo de la orquesta. Armilla encontró en Erika Grimaldi a una
extraordinaria intérprete brillante e incisiva Encomiables los dúos con Anna Maria Chiuri mezzosoprano que dio
voz a Canzade desplegando bellos colores ámbar y potente voz. Francesca
Sassu – Farzana- tuvo fresca voz particularmente apreciada en los
agudos. Francesco Marsiglia –Alditruf- es un ágil tenor escénicamente
suelto; Marco Filippo Romano dibujó
bellos colores con timbre potente como un divertido Albrigor. Roberto de Candia – Pantul- delineó un
personaje con atención y precisión gestual y vocal.
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