Foto: Masiar Pasquali
Massimo Viazzo
Volvió al “Piccolo” de Milán La ópera
de los tres centavos de Kurt Weill, un titulo histórico para este teatro milanés,
ya que fue una obra montada en escena por Giorgio
Strehler exactamente hace sesenta años y con la presencia en persona de Berthold Brecht el autor del
texto. Por lo tanto, se trato de la
conmemoración de un espectáculo revelevante. En esta ocasión, la dirección
escénica le fue confiada Damiano
Michieletto, quien es uno de los mejores directores italianos en la
actualidad. Michieletto transformó la historia de Peachum, Mackie Messer, Polly
y Jenny en una larga retrospectiva revivida por todos los personajes la celda
de un tribunal, donde todos están en el banco de los acusados, ninguno
excluido, pero que al final “todo está bien y todo termina bien” en el nombre
del dios dinero. La parte musical fue
coordinada con precisión rítmica por Giuseppe
Grazioli guiando un pequeño ensamble de la Orquesta Giuseppe Verdi de Milán.
El elenco fue compuesto por un puñado de actores-cantantes verdaderamente
buenos sobre la escena, aunque no siempre a sus anchas con el espíritu de esta
música. La mejor en tal sentido fue Rossy
De Palma, la dama Picasso de Almodóvar, que encarnó una exuberante Jenny de
los ladrones cantando sus inolvidables melodías con voz “obscena”
verdaderamente idiomática para este repertorio. Convincentes más en la
actuación que vocalmente estuvieron todos los demás interpretes, comenzado por
un muy bueno Marco Foschi en el
papel de Mackie Messer y por Peppe
Servillo como Peachum en un espectáculo muy bien puesto, que sin embargo
dejo la sensación de no quedar completamente resuelto.
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