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Parpagnoli / Colombaroli – Teatro Colón de Buenos Aires
Gustavo Gabriel Otero
Buenos Aires, 05/04/2016. Teatro Colón. Wolfgang Amadeus Mozart: Don Giovanni. Dramma
giocoso en dos actos. Libreto de Lorenzo da Ponte. Emilio Sagi, dirección
escénica. Daniel Bianco, escenografía. Renata Schussheim,
vestuario. José Luis Fiorruccio, iluminación. Erwin Schrott (Don Giovanni), Sim{on Orfila (Leporello), María
Bayo (Donna Elvira), Paula Almerares (Donna Anna), Jonathan Boyd (Don Ottavio),
Lucas Debevec Mayer (Il Commendatore), Jaquelina Liviari (Zerlina), Mario De
Salvo (Masetto). Orquesta y Coro Estable del Teatro Colón.
Director del Coro: Miguel Martínez. Dirección
Musical: Marc Piollet.
Un
excelente protagonista, un elenco irregular, una escenografía suntuosa pero por
única fatalmente aburrida, una puesta tradicional sin matices y una buena
prestación orquestal enmarcaron un correcto Don Giovanni que inició las funciones líricas de abono de esta Temporada
2016 del Teatro Colón. Erwin Schrott compuso un Don Giovanni compenetrado y
profundo. Ya son conocidas en el mundo sus dotes actorales y su voz potente de
excelente proyección. Schrott le da a cada expresión el sentido perfecto en
fraseo e intencionalidad. Su interpretación revela palmariamente porqué es hoy
uno de los mejores intérpretes de ese rol de la actualidad. A su lado Simón Orfila como Leporello no desentonó y si
bien no está en el mismo nivel que Schrott fue un eficaz y digno criado del
burlador de Sevilla. Tanto en lo actoral como en lo vocal ambos se amalgamaron
perfectamente para ser lo mejor de la noche. En
el otro extremo la Doña Elvira de María Bayo sólo mostró parte de su gloria
pasada. La soprano española es una cantante experimentada y de calidad pero
fuera totalmente del rol. Tampoco la local Paula Almerares fue una Doña Ana
para recordar. Con emisión oscilante, su pasión y su entrega no bastaron para
insuflar verdadera calidad al rol. Jaquelina
Livieri fue una Zerlina de brillante línea vocal, a su lado Mario De Salvo fue
un Masetto de perfectos acentos.
Sólo
correcto el Don Octavio de Jonathan Boyd y adecuado Lucas Debevec Mayer como el
Comendador, así como el Coro Estable. Emilio
Sagi en la dirección escénica efectuó un trabajo tradicional y rutinario. Todas
sus ideas parecieron terminarse en el cambio de época -la acción se situó entre
los años ’30 y ’50 del siglo XX- y en algunos pocos gestos teatrales. Daniel
Bianco efectuó un boceto escenográfico igual para toda la
obra. Un gran marco dorado que encierra la escena como un cuadro y por dentro
un espacio monumental en color bronce y madera que siempre parece ser un mismo
interior. La
rutinaria iluminación de José Luis Fiorruccio poco aportó y el vestuario
firmado por Renata Schussheim lució razonable para el concepto de la puesta. Marc
Piollet condujo una pulcra versión de adecuados planos sonoros pero sin mayor
brillo o vuelo.
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