Crédito Fotofráfico: Liliana Morsia
Gustavo Gabriel Otero
Buenos Aires. 16/04/2016. Teatro Avenida. Charles Gounod: Fausto. Ópera en cinco actos. Libreto de Michel Carré y Jules
Barbier, basado en Faust de J. W. Goethe. Pablo Maritano, dirección escénica. Enrique
Bordolini y Pablo Maritano, escenografía. Ramiro Sorrequieta, vestuario. Enrique
Bordolini, iluminación. Producción Escénica original del Teatro El Círculo de
Rosario (Temporada 2015). Darío Schmunck (Fausto), Hernán Iturralde (Méphistophélès),
Marina Silva (Marguerite), Ernesto Bauer (Valentin), Cecilia Pastawski (Siebel),
Juan Font (Wagner), Virginia Correa Dupuy (Marthe). Orquesta
y Coro de Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Dirección
Musical: Javier Logioia Orbe. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos
Aires Lírica.
La Asociación de Ópera Buenos Aires Lírica
inició su Temporada número catorce con Fausto
de Gounod. Si bien en 2006 ya había ofrecido la obra, en esta oportunidad la
versión contó con elencos totalmente diferentes así como una nueva producción
escénica. Si en 2006 el espectáculo resultó irregular en esta oportunidad las
cosas funcionaron mejor sin rayar en la excelencia. La ópera se redujo de los cinco actos
originales a cuatro con algunos cortes, el más importante fue la eliminación de
toda la escena primera del quinto acto: La noche de Walpurgis. Javier
Logioia Orbe condujo una versión prolija y cuidada desde lo orquestal pero sin brillo, sin vuelo y sin el adecuado estilo francés. Las pifias de
algunos instrumentistas o la falta de concentración de alguno de los maestros
de la orquesta -utilizando sus teléfonos portables para escribir mensajes
durante la representación- no son algo que pueda achacarse al director musical. Darío
Schmunck -cantante argentino de interesante carrera internacional- ofreció un creíble doctor Fausto desde lo escénico y encaró la parte
con seguridad vocal, bello timbre, sólidos recursos y buena línea de canto. Perfecto
en los agudos se echó de menos un poco más de caudal central en la primera
escena. La soprano Marina Silva resultó sólida en su
Marguerite, con buena línea de canto, registro parejo y notable entrega. Hernán Iturralde fue un Mefistófeles de
cuidada perfección. Magnético en la escena se convirtió en forma permanente en
el eje de la acción. Vocalmente irreprochable fue seguro en la emisión y
adecuado en el volumen. Ernesto Bauer aportó calidad y seguridad a
Valentín mientras que Cecilia Pastawski fue un irreprochable Siebel. Correcto el Wagner de Juan Fond y demostrando
que no hay roles pequeños para buenos cantantes, Virginia Correa Dupuy supo
sacar el mejor d e los partidos a su Marthe. El coro preparado por Juan Casasbellas, fue
solvente con un plus en la actuación marcada generalmente como en los coros de
las comedias musicales.
El talentoso Pablo Maritano presentó
originalmente esta puesta en escena el año pasado en el Teatro El Círculo de
Rosario. La acción se trasladó a Francia en tiempos cercanos a la Segunda
Guerra Mundial. Solución tan usada en los últimos tiempos que ya resulta
rutinaria, poco creativa y aburrida. Con la traslación pareció querer quitarse toda
la simbología religiosa y filosófica que tiene la obra, que si bien en manos de
los libretistas de Gounod quedó más como una historia de amor, aún subyace en
la ópera. Las marcaciones actorales fueron adecuadas, el
coro se mostró siempre como en una comedia musical y si bien la puesta en
escena no aportó mucho tampoco molestó demasiado. Fueron buenos recursos el
ingreso y salida de Mefistófeles por la platea y el uso de un palco para que
tanto Fausto como el diablo miraran parte de la acción. Quizás la peor
resolución sea la escena de la Iglesia donde el Diablo en lugar de estar en la
oscuridad está plenamente iluminado y en el centro de la escena frente a un
crucifijo invertido. No parece razonable, tampoco, que Margarita concurra a una
Misa Negra celebrada por Mefistófeles, en la que ofrece las especies a una
mujer desnuda con el mismo peinado y joyas que la torturada protagonista,
cuando en realidad ella va al templo en busca de consuelo y paz y es perturbada
por el demonio. Funcional la escenografía de Enrique Bordolini
y el propio Maritano, adecuados al concepto de la puesta los trajes de Ramiro
Sorrequieta y creativa la iluminación de Bordolini.
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