Foto: Robin Johannsen
Renzo Bellardone
‘La Creación’ ya su
titulo causa escalofríos por la amplitud evocativa que el propio termino
incluye y al mismo tiempo expande. Basta advertir la extensión emotiva
explicita en el momento del Génesis ‘en principio dios creo el cielo y la
tierra’ para sentirse menos que un grano
de arena, el cual junto a todos los demás se convierte en una playa, pero que
al final solo queda ese ‘grano de arena’. Con su composición, Haydn intentó
quizás delinear la lectura más laica, excluyendo el pecado original pero manteniendo
ciertamente por arriba de todo la figura paterna y amorosa del creador, que no siembra terror o amenaza con castigar,
si no que expande su amor. Gracias a la airosa y casi mística conducción de la
Orquesta del Teatro Regio de Antonello
Manacorda, los momentos de luz y armoniosidad pastoral fueron muchos y con
el intento de recordar algunos citaré: ‘Cuantas son tus obras dios’ y ‘La
gloria permanecerá eterna’ que tocaron las cuerdas mas intimas, también la de
los no creyentes. De Manacorda se apreciaron su expresiva y bien definida
gestualidad y la escrupulosa atención a los detalles de la difícil partitura,
que es también insidiosa. Las tres voces fueron de todo respeto. Robin
Johannsen expresó encomiable luminosidad y agilidad. Es una soprano que
verdaderamente amerita ser escuchada ya que sabe transmitir sentimientos y
emociones. Los dos intérpretes masculinos fueron Stephan Loges un bajo de buen color pulido y profundidad no
tenebrosa que con la voz acoge y envuelve.
El tenor Juan Francisco Gatell
debutó el papel y era palpable la atracción inmediata de la escritura que
compenetró y transmitió con la voz unida al corazón sensible, de una
interesante y segura vocalidad por la que obtuvo el premio ‘Aureliano Pertile
2015’ El Coro del Teatro Regio dirigido por Claudio Fenoglio resultó ser una
vez más protagonista y un componente esencial.
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