Fotos: J. Katarzyna Woronowicz / San
Diego Opera
Ramón Jacques
La siempre atractiva y popular ópera Madama Buttterfly de Puccini fue la elegida para continuar con la
temporada de la Ópera de San Diego. Cuando todo apuntaba para que fuese una
función rutinaria, como tantas que de esta obra se ven hoy en día, se cruzó en
el camino la soprano estadounidense Latonia
Moore, más conocida por su interpretación del papel de Aida del que se
contabilizan arriba de cien funciones, quien dio relieve vocal al papel de la
sufrida Cio-Cio San con un
instrumento vocal homogéneo, seguro y de atractivo color con el que logro
comunicar emociones y diversos estado de ánimo por los que atraviesa el
personaje. Su canto fue suave y equilibrado, casi susurrado por momentos, y
sobretodo alejado del vigor y la energía vocal que normalmente se le imprime al
papel. Su desempeño actoral fue convincente culminando con una desgarradora
escena final. En mucho ayudo la conducción del maestro Yves Abel quien al frente de la Sinfónica de San Diego, le bajo los
decibeles a la orquestación para ofrecer una lectura segura y meticulosa, que
de inicio a fin resultó placentera. En la escena se vio el montaje, que el dúo
argentino conformado por Roberto Oswald (decorados) y Aníbal Lápiz (vestuarios) diseñara hace
algunos años para la Ópera de Montreal. Situada en un jardín japonés, sencillo,
minimalista, con paneles movibles y lucidos vestuarios, la propuesta cumplió su
cometido, pero al transcurrir toda la función en un mismo espacio, sin variedad
ni cambios, y una rígida dirección escénica de Garnett Bruce; esta fue perdiendo la fascinación que se creó desde
el principio en la pupila de los espectadores. Sin embargo, debe resaltarse el
buen trabajo en la iluminación de Chris
Rynne quien jugando con claroscuros sobre brillantes fondos de colores
regaló estampas muy elocuentes. En el papel de Pinkerton, el tenor rumano Teodor
Ilincăi se mostró poseedor de innegables dotes
vocales, pero por momentos su canto sonó forzado y su actuación fue en términos
generales inexpresiva y sobreactuada. J’Nai
Bridges desplegó su oscura tonalidad de mezzosoprano como Susuki y el
barítono Anthony Clark Evans
personificó un discreto Sharpless. Cumplieron satisfactoriamente el resto de
los cantantes que dieron vida a los papeles menores así como el coro en sus
breves intervenciones. Ya genera expectativa el próximo titulo que ofrecerá la
compañía durante el presente curso, que será Great Scott ópera del compositor estadounidense Jake Heggie y del libretista Terrence Macnally (autores de Dead Man Walking), cuyo estreno absoluto
ocurrió el pasado mes de octubre en la Ópera de Dallas.
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