Foto gentileza Buenos Aires Lírica. Crédito Fotofráfico: Liliana Morsia
Gustavo Gabriel Otero
Buenos Aires. 05/06/2016. Teatro
Avenida. Vincenzo Bellini: I Capuleti e I Montecchi.
Ópera en dos actos. Libreto de Felice
Romani. Marcelo Perusso, dirección escénica y
diseño de escenografía. Stella Maris Müler, vestuario. Rubén Conde,
iluminación. Cecilia
Pastawski (Romeo). Rocío Giordano (Julieta), Santiago Ballerini (Tebaldo). Sebastián
Angulegui (Lorenzo).
Walter Schwarz (Capellio). Orquesta
y Coro de Buenos Aires Lírica. Director del Coro: Juan Casasbellas. Dirección
Musical: Javier Parodi. Espectáculo presentado y producido por la Asociación Buenos
Aires Lírica.
Con
corrección general pero sin exaltar volvió I
Capuleti e I Montecchi a los escenarios de la Argentina. La acción de la
obra se trasladó a una modernidad vaga que no molestó pero no aportó nada para
hacer más atractiva la acción dramática. Las familias rivales son aquí
pandillas de poca monta y todo parece frío y lejano. El movimiento actoral
diseñado por Marcelo Perusso es razonable pero en ningún momento entusiasma. No
ayudó en este punto la ascética escenografía -con tres paneles en negro
simulando vidrio o mármol que van cambiando de lugar- del propio Perusso, ni la
iluminación siempre en gamas de colores fríos de Rubén Conde. El diseño de
vestuario de Stella Maris Müller de esmerada corrección apenas diferenciaba a
las dos facciones. Una correcta lectura efectuó desde el podio el maestro Jorge
Parodi con algunos tiempos lentos y falta de garra. Brilló en el rol de Tebaldo
el tenor Santiago Ballerini con una faena de primer nivel. Belleza de timbre,
fraseo y expresividad sin mácula fueron sus fortalezas. Mientras que Cecilia
Pastawski, como su rival Romeo, convenció en todo momento. Roció Giordano
compuso una adorable Julieta con algunos pequeños problemas vocales en el
extremo agudo de la partitura pero con natural entrega y encomiable
profesionalismo. Sebastián Angulegui fue un Lorenzo de perfectos acentos
mientras que no desentonó el Capellio de Walter
Schwarz. Mientras que el coro cumplió su cometido con corrección y gran
solidez. En suma: una muy correcta versión de la gran obra de
Bellini que no llegó a entusiasmar en ningún momento.
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