Fotos:
López Palomino / INBA
José Noé Mercado
La reconocida mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato, luego de dos años,
volvió a nuestro país. En específico, regresó al Teatro del Palacio de Bellas
Artes para ofrecer un recital acompañada al piano, en esta ocasión por Craig Terry. La cantante hizo una especie de tour
musical por diversos países del mundo. Comenzó por España, con la romanza “De
España vengo” de El niño judío de
Pablo Luna, que exigió la colaboración del público entusiasta para entender del
todo una dicción en español poco lograda, a cambio de un primer deleite en el
terreno vocal. En el apartado Oriente, DiDonato abordó el
ciclo Shéhérezade de tres piezas de
Maurice Ravel. En este punto, la mezzosoprano mostró delicadeza y finura
interpretativa, si bien el fraseo lírico acusó cierto vibrato pronunciado,
ligeramente suelto, quizás como producto de una vocalidad dispuesta más para el
repertorio de coloratura en el que ha ganado fama. Como si la suspensión, los
amortiguadores y el punto gravitacional de donde surge y resuena la voz,
tuviera una rigidez o juego distinto en el lirismo respecto del ornamento. Así pudo constatarse y contrastarse,
además, en su traslado sonoro a Babilonia para interpretar el aria de la ópera Semiramide de Gioachino Rossini “Bel
raggio lusingher”, con la que cerró l primera parte del recital. Después del intermedio, la mezzosoprano
abordó “Las majas dolorosas 1, 2 y 3” de Tonadillas
escritas en estilo antiguo de Enrique Granados, lo que la hizo regresar a
España, dondese mantuvo también para la gustada aria “Lascia ch’io pianga” de
la ópera Rinaldo de Georg Friedrich Händel. El refinamiento, la dulzura, el
control de la respiración dispuesta para crear una atmósfera intimista y de
frágil belleza de DiDonato, tuvo en esta pieza su más acabada expresión.
Vinieron después, de Italia, tres de las
llamada Arias antiguas: “Caro mio ben” de Giuseppe Giordani, “Se
tu m’ami” de Giovanni B. Pergolesi y “Star vicino” de autoría anónima. La
particularidad de las interpretaciones manieristas de Joyce DiDonato nació de
que contaron con el arreglo del propio pianista Craig Terry, quien las impregnó
de un acento y estilo jazzístico que a unos puede gustar de la misma manera que
a otros irritar. El cierre del programa llegó con “Tanti
affeti” de La dama del lago de
Rossini. Joyce DiDonato se comunica con el público, interactúa, bromea
cálidamente y consigue un sello muy personal que, sin embargo, al ya haber
presenciado otros recitales de la cantante, en el melómano puede quedar la
impresión de que en realidad se trata de un mecanismo, que bebe más de lo
calculado que de la inspiración. Ello, el entendimiento del show, puede, asimismo, desvelar cierta frialdad al
termino de la presentación, que musicalmente concluyó con tres encores dos de ellos algo edulcorados: “I love a piano” de Irving Berlin, “Over the
rainbow” —pieza en la que hasta más de un funcionario cultural presente en la
sala ondeo los brazos en alto como si realizara la coreografía de “We are the
world” con Stevie Wonder— de Harold Arlen y, ésa sí preciosista, “Morgen” de
Richard Strauss.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.