Foto: Lynn Lane
Carlos Rosas
Con las
presentaciones de Siegfried, tercera
entrega del Anillo de los Nibelungos continuó el ciclo que la Ópera de Houston inicio
hace dos temporadas. De nueva cuenta el público se enfrentó a la idea escénica
vanguardista de Carlus Padrissa y La
Fura del Baus, que parece esta fuera de sintonía con la trama y con la música
de Wagner. Las enormes proyecciones al fondo del escenario que trasladan la
escena a un mundo mecánico y de fábricas industriales, son tan abigarradas y
cambiantes, con iluminación tan intensa,
que terminan por ser una fastidiosa distracción. Poco aporte en el plano escénico y actoral
ante una propuesta que busca servir al egocentrismo de un director, cuyo
interés no está en crear una unidad teatral equitativa entre lo visual y lo
musical para el público. Este es el rumbo que eligieron los directivos del
teatro, y para escuchar Götterdämmerung
la próxima temporada habrá que padecer más de lo mismo. El elenco de cantantes elegidos para este título
fue solido y cumplió de manera satisfactoria.
A Jay Hunter Morris le fue
confiado el papel de Siegfried; porque
es un tenor seguro, de voz resonante y brillante tonalidad, que supo
administrar y sacar adelante las exigencias del personaje. Christine Goerke fue una Brünnhilde de sobresaliente desempeño vocal. Dignas de mencionarse fueron las intervenciones
vocales del bajo Andrea Silvestrelli
como Fafner, la del barítono de larga trayectoria Richard Paul Fink como Alberich, y la de la contralto Meredith Arwady de oscuro y atractivo
esmalte tonal como Erda. En el podio, Patrick Summers director titular de
este teatro desde 1998 y encargado de conducir todo el ciclo, logró extraer la
suntuosidad y riqueza que contiene la partitura con una orquesta uniforme,
aunque su lectura no fue siempre sutil y considerada con las voces a las que en
ciertos pasajes agobió e incluso cubrió.
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