Ramón Jacques
El "Regietheater" tan popular en Alemania, y por el momento en su versión mas conservadora, comienza a verse representado de manera mas frecuente en los teatros de opera estadounidenses. Debido a su cercanía y estrecha colaboración con el mundo cinematográfico de Hollywood, la Opera de Los Ángeles es la compañía norteamericana que más apertura ha mostrado a la hora de ofrecer espectáculos poco tradicionales e incluso polémicos, frecuentemente concebidos por directores de cine y directores europeos. Por ello, para el estreno local de Il Turco In Italia (una obra poco representada y prácticamente desconocida por estas latitudes) y con el fin de hacerla mas amena y divertida, se importó la producción que Christof Loy y Herbert Maurauer idearon para la Opera Estatal de Hamburgo. Aquí, la trama se situó en un campo de gitanos en Nápoles de los años 60, en un escenario de pocos elementos en escena y con vestuarios correctamente alusivos a ese tiempo y época. La buena iluminación y los colores ayudaron que el montaje fuera atractivo desde la perspectiva del espectador. La dirección de Axel Weidauer, fue directa y de justa comicidad, nunca exagerada, pero con un toque de lo absurdo como el de los personajes que constantemente de desplazaban de un lado al otro del escenario con movimientos lentos y pausados, con la finalidad de distraer al publico de la escena central y de irritarlo. De inicio el elenco vocal lucia sólido en el papel, y a pesar de un buen desempeño exhibido, por el hecho de no tratarse de cantantes especializados en el repertorio rossiniano, la obra careció por momentos de la habitual pirotecnia y los fuegos artificiales contenidos en este tipo de obras. La soprano Nino Machaidze fue una simpática, afable y caprichosa Donna Fiorilla que exhibió una voz ligera de timbre cristalino y agilidad vocal. Por su parte, el tenor ruso Maxim Mironov, fue el cantante que mostró la voz mas rossiniana en cuanto a timbre, calidez y flexibilidad se refiere, aunque actoralmente pareció no entender cual era el rol de Don Narciso dentro de la intricada trama. El barítono Paolo Gavanelli cantó por momentos con desmedida fuerza y creó un neurótico Don Geronio. Jocoso y burlesco pero muy participativo en escena estuvo el legendario barítono Sir Thomas Allen en el personaje de Prosdocimo, el poeta. La ascendente mezzosoprano Kate Lindsay cantó correctamente el papel de Zaide, pero actuó de manera sobrecargada, y Simone Alberghini exhibió una voz robusta de colorido timbre, y divirtió con su caracterización del sinvergüenza e insolente Selim. Poco habituado a dirigir operas belcantistas, James Conlon dirigió a la orquesta con seguridad y buena dinámica, extrayendo musicalidad y efervescencia de la partitura.
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