Massimo Viazzo
Escuchar en una sola velada la versión completa de los Conciertos de Brandemburgo es una experiencia que va más allá de la simple gratificación auditiva o de la mera revelación técnica. De hecho, estar tan cerca de uno de los monumentos de la música culta occidental abre una estimulante reflexión sobre el significado más profundo de la música instrumental tout court y de su relación con el arte de la oratoria, y es justamente debido a un profundo estudio de la retórica barroca y a un conocimiento del repertorio operístico simultaneo, lo que llevó a Ottavio Dantone a apuntar derecho hacia el elemento parlante inherente en las melodías de Bach. Así, sus conciertos Brandemburgueses resultaron muy íntimos, excesivamente comunicativos, y con pocas concesiones al puro virtuosísimo o a la fina espectacularidad de sí misma. El paso fue rápido, pero nunca frenético, la tímbrica cálida y afable, y el muy estudiado frase “parlante”. De este modo llegó al oído un Bach quizás menos severo, y por cierto menos rigoroso y asertivo. Un aplauso incondicional a los solistas de la excelente Accademia Bizantina, en particular al pirotécnico Neil Brough en la tromba, verdaderamente insuperable en el Concierto de Brandemburgo n. 2, sin olvidar que cuando Ottavio Dantone en persona se sentó frente al clavecín como solista, en el Concierto de Brandemburgo n. 5, la electricidad de la interpretación contagio a los demás solistas y al público.
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