La primera parte -planeada originalmente para el Colón- concluyó con la obertura de la ópera La forza del destino de Verdi, con la dirección orquestal de Domingo. Antes de iniciarla expresó encontrase muy emocionado, indicó que no se veía el final del público y recordó su debut en esta ópera en el año 1972 en el Colón. Finalmente dijo que quería darse el gusto de dirigir la orquesta del Colón justo en la ópera de su debut y poder estar el año próximo para festejar. La segunda parte -planeada con un contenido más popular- se inició con el dúo del segundo acto de Rigoletto de Verdi. Nuevamente Plácido asumió la cuerda de barítono y fue padre de Virginia Tola quien encanó a Gilda con delicadeza y agudos brillantes. Otra vez el tenor tomó el micrófono para expresar que las columnas del Teatro Colón son su orquesta y el coro, que los argentinos debemos estar orgullosos del teatro que tenemos y finalmente formuló votos para que los trabajadores se pongan de acuerdo con el teatro y con el gobierno para que se pueda abrir el Colón en esta temporada 2011. Luego tomó nuevamente la batuta para dirigir la Marcha Triunfal de Aida de Verdi, con gran desempeño del Coro.
Ya volcados a la zarzuela se escuchó a Virginia Tola en la Canción de Paloma de El barberillo de Lavapiés, verdida en perfecto estilo, el Coro de románticos de Doña Francisquita, otra vez a Plácido Domingo con Madrileña bonita de La del Manojo de Rosas de Zorozabal donde el tenor dio muestras de su perfección en este repertorio y a Virginia con una cautivante versión de ‘I Could have Danced all Night’ de My Fair Lady de Frederick Loewe. Formalmente el recital concluyó con una electrizante versión ‘No puede ser’ de La tabernera del puerto de Sorozabal con Domingo vuelto a la cuerda tenoril que pareció rejuvenecer veinte o treinta años en el brillo e impacto de su voz. Los nueve bises trajeron boleros, opereta y tangos -cantados con el acompañamiento de cuatro bandoneones- para concluir con ambos cantantes y la orquesta con El día que me quieras de Gardel y Lepera. Primero fueron ambos cantantes y el dúo de La Viuda Alegre, Virginia Tola desgranó Contigo a la distancia y el tango A media Luz, mientras que Plácido Domingo arremetió con Júrame, Bésame mucho, el tango Volver -vertido con conmovedores acentos rioplatenses- y la popular Granada. Ambos artistas juntos cantaron los tangos Mi Buenos Aires querido -acompañado por bandoneones- y cerraron junto a la orquesta con El día que me quieras, casi tres horas después de haber comenzado el recital. Aunque hubo que lamentar la ausencia de traducciones de los textos, algunos cortes en las pantallas gigantes y una amplificación poco brillante, fue una noche memorable con uno de los pocos cantantes de ópera que, gracias a su carisma, logró traspasar el ámbito de los teatros líricos para ser verdaderamente popular.
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