Foto: Ennevi
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Verona (Italia), 22/07/2017. Festival de la
Arena de Verona. Giacomo Puccini: Madama
Butterfly. Ópera en tres actos. Libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa
Franco Zeffirelli, dirección escénica y escenografía. Emi Wada, vestuario. Maria
Grazia Garofoli, movimientos coreográficos. Oksana Dyka (Madama Butterfly), Marcello
Giordani (Pinkerton), Silvia Beltrami (Suzuki), Stefano Antonucci (Sharpless), Francesco
Pittari (Goro), Deyan Vatchkov (Tío Bonzo), Nicolò Ceriani (Príncipe Yamadori),
Alice Marini (Kate Pinkerton), Marco Camastra (Comisario Imperial), Dario
Giorgelè (Oficial del Registro). Orquesta y Coro de la Arena de Verona.
Director del Coro: Vito Lombardi. Dirección Musical: Jader Bignamini.
La sola posibilidad de concurrir a un
espectáculo en el tercer anfiteatro romano más grande que se conserva
representa una experiencia única. La Arena de Verona ocupa una enorme elipse de
unos 110 x 150 metros con capacidad total para unas 22.000 personas, construida
a partir de 72 arcos alrededor del año 30 del siglo I de nuestra era y, a
diferencia de otros grandes anfiteatros contemporáneos como el Coliseo de Roma,
aún está en funcionamiento. Desde 1913 ofrece ópera entre junio y agosto
habiendo alcanzado en sus 95 ediciones 59 óperas distintas ofrecidas en su
escenario. La más representada es Aida
a la que le siguen Carmen, Nabucco, Turandot, La Traviata y Tosca. En principio una obra intimista como Madama Butterfly no parece la mejor
opción para este Festival al aire libre de proporciones grandilocuentes. No
obstante es la décima temporada en el historial de la Arena que se ve la obra
de Puccini y la quinta que se repone la puesta de Franco Zeffirelli original de
2004. Las dimensiones de la escena permiten al mítico puestista mostrar al
inicio del primer acto la colina de Nagasaki poblada por todo tipo de
personajes. La escenografía se abre en dos con la entrada de Cio Cio-San mostrando
la casa. En el inicio del tercero se ve la colina al amanecer con el gentío que
desfila para dar paso luego, nuevamente, a la casa de Butterfly-Pinkerton.
Como es habitual en la producción de Zefirelli
la puesta es suntuosa, tradicional y plena de marcaciones y detalles. De
excelente calidad el vestuario de Emi Wada tanto por diseño como por confección
y razonables los movimientos coreográficos trazados por Maria Grazia Garofoli. Desde lo musical lo más interesante fue la
calidad de la Orquesta y el convincente trabajo de dirección de Jader Bignamini
quien eligió tiempos vivaces, adecuada dinámica y preciosismo en los detalles
de orquestación permitiendo apreciar de manera amplia el excelente trabajo
Pucciniano. El elenco vocal fue de adecuado nivel sin
puntos descollantes. Oksana Dyka, cantante de sólidos medios vocales e
interesante carrera internacional, no logró -a pesar de su profesionalismo- dar
todo el realce que merece el rol de Cio-Cio San. Irregular en le primer acto fue
afianzándose en el curso de la representación con mejor rendimiento en el
segundo acto -especialmente en el aria ‘Un
bel di vedremo’- y un tercero de adecuada expresividad. La sutileza no
parece ser una de las cualidades del tenor Marcello Giordani que fue un
Pinkerton cantado a plena voz, sin demasiados matices y con algún problema en
el agudo. Stefano Antonucci no defraudó como Sharpless mientras Silvia Beltrami
fue convincente como Suzuki. Francesco Pittari resultó un muy solvente Goro así
como fue adecuado el resto del elenco y el Coro que dirige Vito Lombardi.
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