Foto: Alessia Santambrogio
Massimo Viazzo
En el ámbito del
proyecto 200.Com, ya en su quinto año, que involucra a una gran parte de la
ciudad de Como para el montaje de una ópera al inicio del verano en la Arena
(espacio al aire libre en la parte trasera del Teatro Sociale y normalmente
utilizado como estacionamiento), se escenificó, en tres funciones, el primer
gran éxito verdiano, Nabucco. Sobre todo, fue el coro quien se benefició de la
mayor contribución por parte de los ciudadanos de esta ciudad. De hecho, junto al Coro Città di Como, un
nutrido grupo de apasionados, llamados Coro 200.Com, cada uno con algunos
conocimientos musicales se pusieron a prueba con la partitura haciéndolo con
gran entusiasmo, y durante meses profundizaron la obra maestra verdiana
viviéndola prácticamente en la cotidianidad de sus vidas diarias. Por ello, un aplauso es para los directores
del coro Giuseppe Califano, Giorgio Martano, Mariagrazia
Mercaldo, Mario Moretti y Lidia Basterrechea, esta última guía del coro infantil
del Teatro Sociale de Como. Dirigir a
esta enorme masa de coristas, más de doscientas personas, la mitad de ellos
amateurs fue una gran empresa. Creíble estuvo el elenco, guiado por el experto
Nabucco de Alberto Gazale, un barítono que sabe conjugar el canto suave y
legato con la arrogancia y la altivez de un papel verdiano tan maduro. A su lado, Elena Lo Forte interpretó una
Abigaille de voz muy sólida, con agudos punzantes y una impactante presencia
escénica. Muy bien también estuvo Abramo Rosalen, cuyo Zacarias fue cantado con
firme emisión, timbre redondo y carisma. Con grato color, sobre todo en el
centro, ofreció el tenor Manuel Pieratelli, un Ismael musical, siempre bien
fraseado; como también lo fue la Fenena de Irene Molinari. Estuvieron seguros también los comprimarios:
Shi Song (Gran Sacerdote de Belo), Claudio Grasso (Abdallo) y Tiberia Monica
Naghi (Anna). El joven Jacopo Rivani dirigió a la Orquesta 1813 con habilidad y
pericia, concertando la partitura con gran seguridad, dando así tranquilidad al
elenco completo, colocado, como se ha señalado, en un espacio abierto y por
tanto no tan manejable como en un teatro. El director de escena Jacopo Spirei
llevó el libreto de Temistocle Solera al mundo contemporáneo. Nada de judíos,
nada de levitados, ni babilonios, sino pueblos que se cruzan con su propia
historia, su cultura, su religión en el fondo de la tolerancia y de la
intolerancia, con un tema de fuerte actualidad en el mundo actual. Aun así, el
texto y la música fueron respetados y al final del espectáculo, ciertos versos
que podían ser sorprendentes, gustaron al numeroso público.
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