Fotos: Larry Ho / LA Opera
Ramón Jacques
Salome fue uno de los primeros títulos ofrecidos, a mediados
de los años 80, por la recién formada Music Center Opera, que posteriormente adoptó
el nombre de Ópera de Los Ángeles (o LA Opera). La obra se repuso en1989 y después
desapareció de la programación del teatro. De hecho, fue ese montaje, por parte
del director inglés Peter Hall, lo
que situó a la nueva compañía dentro del radar operístico, ya que se consideró
atrevido y osado para la época, por su cargado erotismo y desnudos que ofreció
La interprete principal en aquel momento fue la joven y desconocida
mezzosoprano Maria Ewing. Treinta
años después, y dentro de la presente temporada, Salome se repuso con la misma
producción escénica de Peter Hall, diseñadas por su colaborador John Bury. que luce intacta, aunque
algo anticuada y rígida, además de reducida en espacio para el movimiento de
los artistas. Al fondo se ve una luna enorme, y el fondo cambia de color, de
azul claro, a negro, hasta abigarradas tonalidades rojas, en los momentos de
mayor intensidad. La iluminación parecer ser la única variedad vista en toda la
función. Los vestuarios, a excepción de las ligeras túnicas de Salome, son ridículos y poco estéticos.
La dirección escénica del joven director David
Paul, bajada de tono, careció de sentido y lógica, con movimientos,
entradas y salidas de escena confusas, mucha sobreactuación; pero sobre todo
despojó al personaje principal de la sensualidad, la frivolidad y la
provocación que le pertenecen. Cuidando no asemejarse en nada a la idea de Hall
la danza de los siete velos aquí fue reducida a una atlética coreografía de
baile moderno. Francamente un despropósito.
La soprano Patricia Racette, ya con experiencia en papel estelar, demostró que
su voz se adapta bien a este repertorio, ya que ha crecido en extensión, se ha
robustecido y adquirido un metal y grata coloración oscura.Su entrega y
desempeño escénico se vio claramente limitado y hasta penalizado por la
dirección escénica. El barítono islandés Tómas
Tómasson fue en vigoroso y recio Jochanaan en su canto y actuación. Allan Glassman dio vida a un pervertido
y degenerado Herodes, creíble en su actuación; y la soprano Gabriele Schnaut una segura Herodías de
canto algo estridente. Poco que decir del resto de los intérpretes, más allá de
que cumplieron con sus papeles asignados.
En la dirección musical, James
Conlon dirigió con entusiasmo y seguridad. Parece que este tipo de obras le
apasionan y se nota en el resultado orquestal, convenciendo y contagiando a sus
instrumentistas.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.