José Noe Mercado
El espectáculo
Danny Elfman: música de las películas de Tim Burton, se estrenó en octubre de 2013,
en California, y regresó a México tres años y medio después de haberse
presentado en nuestro país, en el Auditorio Nacional. Este 31 de octubre, noche
de Halloween, el show se ofreció en la Arena Ciudad de México Para la
interpretación en vivo de las obras de Danny Elfman, que fueron acompañadas por
videos con bocetos originales y secuencias de las películas de Burton
proyectados en pantallas gigantes, se contó con la Camerata Metropolitana y el
Coro EnHarmonia Vocalis, bajo la dirección de John Mauceri, quien ha hecho la
gira con el espectáculo por Europa y Estados Unidos desde su inicio. El
concierto fue atractivo y conmovedor ya desde la obertura de Charlie and the
Chocolate Factory a la que le siguieron las respectivas suites orquestales de
Pee-Wee’s Big Adventure, Beetlejuice, Sleepy Hollow, Mars Attacks, Big Fish,
Batman y Batman Returns. La ejecución de la Camerata Metropolitana respondió en
gran medida a las exigencias concertadoras de Mauceri, si bien el sonido
comenzó algo soso, sin desfogar del todo las frases. Sólo hasta que llegó turno
a los sonidos que acompañan al hombre murciélago el trabajo de las cuerdas, así
como el de los alientos metálicos, llegaron a la contundencia sonora y emotiva.
Lo bueno es que así se mantuvo durante la velada. El coro no logró plena
claridad de voces, acaso por la sonorización que suele aplanar matices, pero
tuvo una labor funcional, sobre todo en las vocalisés, para evocar pasajes
burtonianos apreciados en contexto con los filmes. Luego del intermedio se
interpretaron las suites orquestales de Planet of the Apes, Corpse Bride (que
no dirigió Burton, aunque sí fue parte del desarrollo y del equipo creativo en
su momento), Dark Shadows, Frankenweenie, Edward Scissorhands (momento en el
que la violinista Sandy Cameron interpretó una virtuosa cadenza vestida al
estilo Eduardo Manos de Tijera), The Nightmare Before Christmas (en donde llegó
el punto climático, ya que en el escenario apareció el mismísimo Danny Elfman
quien cantó y actuó diversos pasajes a cargo de Jack Esquéleton en la película:
“Jack’s Lament”, “What’s this?” y al lado de Jonathan Davis “This is
Halloween”; la cantante mexicana Susana Zabaleta también fue invitada en esos
episodios para cantar “Sally’s Song”). El cierre con un broche de oro
largamente ovacionado fue la música de Alice in Wonderland, en la que el niño
Jorge Hermosillo Zepeda tuvo una actuación con temple y muy aplaudida. Los
asistentes se mostraron cautivados con la combinación de música en vivo,
bocetos gigantes y secuencias fílmicas que mostraron escenarios, objetos y
figuras familiares en stop-motion o interpretados por actores como Johnny Depp,
Jack Nicholson, Christopher Walken, Helena Bonham Carter, Danny de Vito,
Freddie Highmore y muchos más actores que han tocado al público burtonianamente
con su arte.
La importancia
de Danny Elfman
Se podría decir
que Danny Elfman (Los Ángeles, 1953) es uno de los compositores más reconocidos
de la historia del cine, arte en el que ha sido nominado al Oscar en cuatro
ocasiones. También es de los más admirados y queridos por el público
cinematográfico que tiene presente el soundtrack de cintas como American
Hustle, Silver Linings Playbook, Milk, Spiderman, Men in Black, Mission
Impossible, Fifty Shades of Grey, entre otros trabajos para la pantalla,
incluida la icónica penetración en el mundo contemporáneo del tema de The Simpsons,
que Elfman compuso en 1989. En el terreno de la musicalización cinematográfica
su importancia se ha medido con la de personajes como Ennio Morricone, Nino
Rota, John Williams y se mide aún con Philip Glass, Trent Reznor, Hans Zimmer o
Charlie Clouser. Pero, sin duda, lo que más habla sobre la obra musical de
Danny Elfman, con sus múltiples influencias, cultivo de géneros, con una mano
orquestadora fabulosa, es su prolífica colaboración de cerca de 30 años con el
cineasta californiano Tim Burton (1958). Puesto que Elfman ha sido más que un
musicalizador de Burton. Ha sido un co-creador de mundos y personajes
entrañables en la mente del público, sin cuya intervención sonora creativa
cuesta imaginarse las fascinantes aventuras en universos tan emblemáticos de la
cultura pop como los de Batman, Eduardo Manos de Tijera, Willy Wonka, Jack
Esquéleton o Barnabas Collins. En esa vertiente, Tim Burton ha logrado lo que
para todo artista constituye uno de los mayores retos: la creación de un mundo
personal: ciudades color pastel, matices visuales altamente contrastados o
urbes oscuras, atmósferas góticas, con frecuencia en melancólicas celebraciones
como Navidad o Halloween, son escenarios para el deambular de personajes
desenchufados del resto, sombríos, buleados, que más que extravagantes llegan a
la clasificación de outsiders, freaks, weirds. La obra burtoniana es un
transitar por una dimensión habitada por monstruosidades empáticas, seres
ojerosos tatuados por la noche y el desvelo, de cuencas muy hundidas, pero ojos
expresionistas, de cabellera alborotada, frecuentemente con suturas en el
cuerpo, boca y nariz diminutas, pálidos, alargados, achaparrados, obesos, que
enfrentan y terminan por asumir su extrañeza como un distintivo de naturaleza
casi creadora y artística pero doliente. Y la música de Danny Elfman ha estado
ahí. Brindando la autopista sonora para que esos mundos cobren vida.
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