Friday, November 24, 2017

Rusalka en el Teatro Colón de Buenos Aires

Fotos: Maximo Parpagnoli

Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica

Buenos Aires. 07/11/2017. Teatro Colón. Antonin Dvorak: Rusalka, ópera en tres actos. Libreto de Jaroslav Kvapil. Enrique Singer, dirección escénica. Jorge Ballina, escenografía. Eloise Kazan, vestuario. Franco Cadelago, coreografía. Víctor Zapatero, iluminación. Adaptación de la producción escénica del Teatro de Bellas Artes de México. Ana María Martínez (Rusalka), Dimitry Golovnin (Príncipe), Ante Jerkunica (Vodník, duende del agua), Elizabeth Canis (Jezibaba, la bruja), Marina Silva (La Princesa Extranjera), Sebastián Sorarrain (Guardabosques), Oriana Favaro, Rocío Giordano y Rocío Arbizu (Ninfas del bosque), Cecilia Pastawski (el niño de la cocina), Fermín Prieto (Voz del Cazador). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Dirección Musical: Julián Kuerti.

Esperada durante años por el público del Teatro Colón finalmente llegó a su escenario Rusalka de Dvorak -a dos años del estreno argentino- con una versión musical suntuosa, un elenco razonable y una puesta en escena naif y con aristas de cuento procedente del Teatro de Bellas Artes de México. Julian Kuerti subrayó la orquestación wagneriana del compositor checo, obteniendo muy buen nivel general por parte de la orquesta. La soprano puertoriqueña Ana María Martínez como Rusalka sólo ofreció una lectura correcta del rol sin brillar, su mayor débito fue la falta de emoción en la composición de la ondina tanto desde lo vocal como desde lo actoral. En tanto que el tenor Dmitry Golovnin cumplió con los requerimientos de la parte del Príncipe. El bajo croata Ante Jerkunica (Vodník) se lució por su emisión potente, parejo registro, musicalidad y entrega; mientras que Marina Silva ofreció con una interpretación arrolladora de la Princesa extranjera. La mezzosoprano Elizabeth Canis compuso con autoridad a la malvada bruja Jezibaba. Aportaron belleza y homogeneidad vocal las tres ninfas encarnadas por Oriana Favaro, Rocío Giordano y Rocío Arbizu, mientras que fue adecuado el resto del elenco así como el Coro Estable en sus breves intervenciones. En la faz visual el Teatro Colón recurrió a una producción del Teatro de Bellas Artes de México que debió ser convenientemente adaptada al escenario y a las posibilidades técnicas del coliseo argentino. El planteo escenográfico de Jorge Ballina es simple: Dos cercos circulares de distinto diámetro enmarcan la acción teatral sugiriendo el agua, las olas y el fondo del lago. Un piso irregular y algunas ramas completan la noción del bosque en los actos uno y tres, mientras que una pequeña plataforma con barandas hace las veces de Palacio en el acto segundo. Los movimientos escénicos de Enrique Singer dentro de una estética naif funcionaron adecuadamente. Correcta la iluminación de Víctor Zapatero, en buen estilo el vestuario de Eloise Kazan y pobres los movimientos coreográficos trazados por Franco Cadelago.


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