Tuesday, May 18, 2010

El Simon Boccanegra de Placido Domingo en el Teatro alla Scala, Milán

Fotos de Marco Brescia, Archivo Fotografico del Teatro alla Scala
Ramón Jacques

El celebre Placido Domingo interpretó por primera vez en la histórica sala del Piermarini el papel principal de este melodrama verdiano, que ya había debutado previamente hace algunos meses en Berlín y en Nueva York. A estas alturas de su carrera, el versátil Domingo ha iniciado una inmersión en papeles para el repertorio de barítono, y aunque resolvió satisfactoriamente el reto por su categórico desempeño escénico y su ideal caracterización de la figura paterna ideal, por momentos su voz careció del brillo y el color necesario, pero con el transcurso de la función y una vez que pudo calibrar las notas en el registro adecuado su voz fluyó de manera mas natural y convincente. El papel de Amelia fue encomendado a la soprano Ailyn Pérez, quien a pesar de exhibir evidentes cualidades vocales y grato timbre, por momentos pareció cantar fuera de estilo y su voz fue inaudible durante gran parte de la función. El bajo Ferruccio Furlanetto actuó un violento Jacopo Fiesco, y en su profunda y cavernosa voz se sintió un ligero vibrato, que comprometió su prestación vocal. El papel de Paolo Albani fue interpretado discretamente por el barítono Massimo Cavalletti, y el tenor Fabio Sartori compensó su escasa presencia escénica y rigidez con una sólida e incisiva voz que se expandió con gran calidez, y que en el segundo acto, provocó el único aplauso a escena abierta de toda la función. Sólida la aportación del experimentado Ernesto Panariello en el personaje de Pietro.

El marco escénico ideado por Pier Paolo Bisleri y dirigido por Federico Tiezzi combinó detalles históricos con minimalismo y anacronismo, y resultó ser en términos generales una puesta sobria y poco sentido artístico y dramático. Rescatable es la última escena donde detrás del trono de Simon descendió un enorme espejo en el que se reflejaba toda la sala y el público. Los vestuarios de Giovanna Buzzi fueron adecuados y estuvieron acordes a la Italia del siglo catorce que se representaba en la escena. La lectura de Daniel Barenboim agradó en los interludios orquestales donde extrajo de la orquesta del Teatro alla Scala, momentos de intensidad musicalidad y ardor, pero cuando su elección de tiempos fue lenta aletargó los momentos de mayor vibración en la escena. La presencia de Barenboim ha causado una notable división entre el publico milanes, los que están convencidos que Verdi esta fuera de su liga y los que lo defienden fervientemente, y esto queda evidenciado cada vez que aparece en escena.

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