Giosetta Guerra
Sobre las notas obscuras de la obertura aligerada por la delicadez de los violines un funeral negro visto a contraluz atraviesa una escena vacía cubierta de luz roja. Sobre el fondo cubierto crece un árbol revestido de diversas luces y una vez que es derribado, las luces de color cambian continuamente en base al ambiente, a las situaciones y a los estados de ánimo, creando violentos contrastes y utilizando la técnica a contraluz con movimientos en la parte trasera del escenario. En la blanca y desordenada habitación de Charlotte se veía una cama inclinada y en la de Werther una cama rodeada de libros e iluminada por candeleros encendidos, mientras que a las afueras nevaba sobre un árbol de navidad contra un cielo negro y una brillante luna. Estas simbólicas y estilizadas escenas, con paredes inclinadas sobre los personajes, son el símbolo de la claustrofobia y el dolor en esta puesta escénica de Alessandro Chiti, con vestuarios de Giusi Giustino, iluminación de Paolo Ferrari, y la dirección de escena de Marco Carniti que provino del Teatro dell’Opera Giocosa de Savona.
En el plano vocal se conjuntó un buen elenco, comenzando por el tenor Francesco Meli en el papel protagonista. Su Werther fue un joven pleno de impulso y timidez, que se expresó con un medio vocal amplio, seguro y de grato timbre, y que utilizó prevalentemente fuerte y con suspirante media voz. Su aria Pourquoi me reveiller fue cantada con la justa alternancia entre el ímpetu y el arrebato y toda la escena estuvo cubierta con pasión de la que fue cómplice la intensidad musical. Sonia Ganassi regaló sonidos bronceados, expansión lírica e intensidad de expresión al personaje de Charlotte, la mezzosoprano estuvo bien desde el punto de vista escénico y técnico, así como hábil en su entrega y en el uso de las medias voces, pero mostró carencia de sonoridad y de peso en la tesitura grave y poca claridad en la dicción. Giorgio Caoduro, en el papel del racional Albert, el anti héroe romántico, exhibió un grato timbre de barítono, un canto suave y armonioso y una buena dicción. Sin fallas estuvo la perfecta prestación de la soprano Serena Gamberoni: hermosa y luminosa voz de técnica excepcional, con incursiones seguras y delicadas en la zona aguda, y escénicamente expresó la frescura de la juvenil Sophie. Completaron el elenco el legendario bajo Michel Trempont (Burgomaestre), el tenor Nicola Pamio (Schmidt), el baritono Omar Montanari (Johann), la mezzosoprano Azusa Kubo (Kätchen) y el tenor Seung Hwa Paek (Brühlmann). Muy agraciadas sonaron las voces infantiles del Coro del Teatro Regio de Parma dirigido por el Maestro Sebastiano Rolli.
El director Michel Plasson guió a la Orquesta del Regio en el cambiante trayecto sonoro que describe el desarrollo de las situaciones como la brillante y festiva musica, la muy delicada y romántica, en el encuentro entre Werther y Charlotte, la tormentosa y densa en la lectura de la carta, y la que estuvo cargada de tensión en el intermedio. En suma un fue espectáculo positivo.
Sobre las notas obscuras de la obertura aligerada por la delicadez de los violines un funeral negro visto a contraluz atraviesa una escena vacía cubierta de luz roja. Sobre el fondo cubierto crece un árbol revestido de diversas luces y una vez que es derribado, las luces de color cambian continuamente en base al ambiente, a las situaciones y a los estados de ánimo, creando violentos contrastes y utilizando la técnica a contraluz con movimientos en la parte trasera del escenario. En la blanca y desordenada habitación de Charlotte se veía una cama inclinada y en la de Werther una cama rodeada de libros e iluminada por candeleros encendidos, mientras que a las afueras nevaba sobre un árbol de navidad contra un cielo negro y una brillante luna. Estas simbólicas y estilizadas escenas, con paredes inclinadas sobre los personajes, son el símbolo de la claustrofobia y el dolor en esta puesta escénica de Alessandro Chiti, con vestuarios de Giusi Giustino, iluminación de Paolo Ferrari, y la dirección de escena de Marco Carniti que provino del Teatro dell’Opera Giocosa de Savona.
En el plano vocal se conjuntó un buen elenco, comenzando por el tenor Francesco Meli en el papel protagonista. Su Werther fue un joven pleno de impulso y timidez, que se expresó con un medio vocal amplio, seguro y de grato timbre, y que utilizó prevalentemente fuerte y con suspirante media voz. Su aria Pourquoi me reveiller fue cantada con la justa alternancia entre el ímpetu y el arrebato y toda la escena estuvo cubierta con pasión de la que fue cómplice la intensidad musical. Sonia Ganassi regaló sonidos bronceados, expansión lírica e intensidad de expresión al personaje de Charlotte, la mezzosoprano estuvo bien desde el punto de vista escénico y técnico, así como hábil en su entrega y en el uso de las medias voces, pero mostró carencia de sonoridad y de peso en la tesitura grave y poca claridad en la dicción. Giorgio Caoduro, en el papel del racional Albert, el anti héroe romántico, exhibió un grato timbre de barítono, un canto suave y armonioso y una buena dicción. Sin fallas estuvo la perfecta prestación de la soprano Serena Gamberoni: hermosa y luminosa voz de técnica excepcional, con incursiones seguras y delicadas en la zona aguda, y escénicamente expresó la frescura de la juvenil Sophie. Completaron el elenco el legendario bajo Michel Trempont (Burgomaestre), el tenor Nicola Pamio (Schmidt), el baritono Omar Montanari (Johann), la mezzosoprano Azusa Kubo (Kätchen) y el tenor Seung Hwa Paek (Brühlmann). Muy agraciadas sonaron las voces infantiles del Coro del Teatro Regio de Parma dirigido por el Maestro Sebastiano Rolli.
El director Michel Plasson guió a la Orquesta del Regio en el cambiante trayecto sonoro que describe el desarrollo de las situaciones como la brillante y festiva musica, la muy delicada y romántica, en el encuentro entre Werther y Charlotte, la tormentosa y densa en la lectura de la carta, y la que estuvo cargada de tensión en el intermedio. En suma un fue espectáculo positivo.
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