Massimo Viazzo
Fue justamente la Traviata de Robert Carsen con la que se inauguró, en el 2004, el nuevo teatro la Fenice reconstruido después de haberse incendió, y con cierta regularidad, esta producción escénica ha sido repuesta casi cada año aquí en Venecia (incluso se montará también en la temporada 2010/11) entrando a formar parte del repertorio estable del teatro. ¡Y es con razón! ya que Carsen, como es su costumbre, logró exaltar las emociones sin forzar la trama y el libreto, confeccionando de esa manera un espectáculo que cautivó a los espectadores, enalteciendo la música verdiana. Es el dinero, o mejor dicho, el miedo a quedarse sin el, el motivo conductor de esta producción. En tal sentido, fue memorable la lluvia de billetes de dinero (ilusión metamórfica de una desilusionante lluvia de hojas de otoño) en el segundo acto. Ekaterina Sadonikova encarnó una Violetta sufrida con una voz delgada pero bien proyectada y de timbre suave, sobretodo en el registro medio. Sin embargo, algunos agudos no siempre a fuego no han sido obstáculo para que ella lograse un éxito personal, merito de una prueba muy convincente desde el punto de vista emocional. Desafiante, y ardiente estuvo el Alfredo de Stefano Secco, un cantante que encuentra siempre el acento justo en este repertorio. Nítida fue la dicción de Giovanni Meoni como Giorgio Germont, un barítono de timbre franco y línea segura. Desafortunadamente una indisposición imprevista le permitió cantar solo el dueto con Violetta (el resto de la función fue mantenido sin particular brillo por Davide Damiani). Al final, es digna de ser enmarcada, la dirección de Myung-Whun Chung quien apuntó hacia la transparencia de los empastes tímbricos obteniendo así un sonido muy refinado.
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