Gonzalo Tello
La asociación Romanza, luego de "Cavalleria y Pagliacci" presentó su segundo programa de ópera con otro díptico, esta vez con dos obras de Giacomo Puccini: “Suor Angelica” y Gianni Schicchi”. Ambas obras, junto con “Il Tabarro” forman parte del famoso “Trittico” que el compositor italiano escribió inspirándose principalmente en “la divina comedia” de Dante Alighieri. Ambas obras desde el punto de vista musical son un par de joyas exquisitas, ya que no están tan expuestas ni manoseadas como sus otras óperas mucho más famosas, y contienen rasgos melódicos ricos en matices, color, inspiración y sentimiento. Puccini logra un nivel de composición que luego los grandes compositores del siglo XX llevarían mas allá, incluso llegando a la atonalidad.
La dirección escénica de este montaje recayó en esta oportunidad en Alejandro Chacón, director argentino con amplia experiencia en producciones en países sudamericanos. Su apuesta va por opciones minimalistas en ambos títulos. Si bien las épocas en ambas óperas son diferentes, la forma de la escenografía es la misma y en ambos casos se respeta fielmente el texto en la dirección escénica salvo las licencias en los vestuarios. Su dirección es correcta y destacada sobretodo en el difícil trabajo que acarrea “Gianni Schicchi”, en el que lo absurdo e irónico de la trama puede desbordarse si no se trabaja con cautela.
La escenografía de “Suor Angelica” es mínima, elegante y tan blanca que permite dar una atmosfera de castidad y solemnidad al conjunto. A pesar de que los vestuarios de las monjas son muy simples y toscos en este conjunto. Si hubieran sido totalmente blancos, o hábitos de época hubieran funcionado mejor. Destaca además el hecho de que todo el elenco, salvo la protagonista, sean cantantes peruanas, dándoles la vitrina que se merecen, de acuerdo a los objetivos de Romanza de dar el espacio y apoyar el desarrollo del talento nacional. La soprano boliviana Katia Escalera hace su debut en la Ópera de Lima en el rol protagónico. Es una soprano de bello timbre y entrega dedicada a la escena, sin embargo, su proyección no fue la adecuada, siendo opacada muchas veces por la orquesta. Mejoró en el aria “senza mamma” la que fue bien recibida y aplaudida por el público. A nivel actoral, le falta aún camino por recorrer para imprimirle ese sello tan dramático y desgarrador a un personaje nada fácil de interpretar, y que muchas veces está reservado a sopranos de amplia trayectoria.
El punto más alto de la obra se lo lleva la Zia Principessa de la mezzosoprano Jimena Llanos. Voz contundente, bien proyectada, pastosa y de gran presencia escénica es lo que nos entrega esta cantante que va demostrando el nivel de su talento en nuestras tablas. Sobre su vestuario, imprimió el toque perturbador, aunque no era el adecuado, pues la Zia debió llevar un traje de viaje, más no uno de fiesta. En el conjunto de monjas destacan especialmente las voces de Edda Paredes y Jimena Agurto, en breves roles pero con buena proyección vocal. También Rosalinda Palomino como Suor Genovieffa y Mónica Canales como la Badessa, sobre todo esta ultima con una actuación dedicada y solemne.
La orquesta dirigida por Espartaco Lavalle Terry da el toque íntimo a la obra. Si bien una orquesta con mayor cantidad de músicos le daría un sonido apoteósico al final de la obra, en este caso con menos músicos se logra un buen resultado en el foso del Teatro Segura. Eso sí, innecesaria la decisión de poner dos trompetas en uno de los balcones, pues distraen la acción en escena en su momento culminante. En resumen, el haber tenido dentro de nuestra cartelera un titulo como "Suor Angelica" es un lujo en nuestra ciudad, sobretodo con ese buen nivel de interpretación. Un lujo que debemos aprovechar y disfrutarlo, y que nos deje la curiosidad por seguir descubriendolo a través de grabaciones y vídeos mas adelante. “Gianni Schicchi”, la tercera parte del “Trittico” puede ser una historia absurda, ironica y jocosa, pero contiene la música más exquisita que Puccini pudo escribir, y es su secreto mejor guardado. Combina magistralmente las melodías con conjuntos que bordean la atonalidad sin perder frescura ni ritmo. La última vez que Lima vió esta obra fue hace no mucho, en 2005, en una producción que merece el olvido. En esta nueva apuesta bien cuidada de Chacón, vemos personajes tirados al absurdo, acorde con la ironía del texto y la música. Destaca el colorido vestuario, aunque no en todos los personajes. El barítono italiano Giuseppe Altomare da rienda suelta a su gran talento como un Schicchi versátil, como lo requiere el personaje. Sobre todo en su única aria “in testa capellina” que no es más que un breve retazo musical, vierte una contrastada interpretación a través de pianos, fortes, agudos, trinos y legatos impecables. Una delicia escucharlo en un rol que piensa interpretar en la Scala dentro de poco tiempo.
El tenor chileno Mauricio Miranda, quien hace su debut en nuestro teatro estuvo por debajo de lo que podemos esperar de Rinuccio, tradicionalmente reservado para tenores líricos, pero dignamente interpretado por los ligeros. Este rol exige una línea de canto natural que no debe sonar forzada. Este es un rol que pienso Miranda debe sacar inmediatamente de su repertorio, pues recordemos que incluso otro gran tenor ligero, Juan Diego Flórez, lo retiró en un momento. Caso contrario al de nuestra mezzosoprano Josefina Brivio, quien interpretando a Lauretta, un rol para soprano, le dio un color particular e interpretó con la profesionalidad y gran nivel que la caracteriza. Su “o mio babbino caro” fue cantado apresuradamente, al ritmo de la obra, más acorde con la intención teatral. El color de la voz le queda perfecto al personaje, y a Brivio no le cuesta mayor esfuerzo lograr los agudos que se requieren.
La asociación Romanza, luego de "Cavalleria y Pagliacci" presentó su segundo programa de ópera con otro díptico, esta vez con dos obras de Giacomo Puccini: “Suor Angelica” y Gianni Schicchi”. Ambas obras, junto con “Il Tabarro” forman parte del famoso “Trittico” que el compositor italiano escribió inspirándose principalmente en “la divina comedia” de Dante Alighieri. Ambas obras desde el punto de vista musical son un par de joyas exquisitas, ya que no están tan expuestas ni manoseadas como sus otras óperas mucho más famosas, y contienen rasgos melódicos ricos en matices, color, inspiración y sentimiento. Puccini logra un nivel de composición que luego los grandes compositores del siglo XX llevarían mas allá, incluso llegando a la atonalidad.
La dirección escénica de este montaje recayó en esta oportunidad en Alejandro Chacón, director argentino con amplia experiencia en producciones en países sudamericanos. Su apuesta va por opciones minimalistas en ambos títulos. Si bien las épocas en ambas óperas son diferentes, la forma de la escenografía es la misma y en ambos casos se respeta fielmente el texto en la dirección escénica salvo las licencias en los vestuarios. Su dirección es correcta y destacada sobretodo en el difícil trabajo que acarrea “Gianni Schicchi”, en el que lo absurdo e irónico de la trama puede desbordarse si no se trabaja con cautela.
La escenografía de “Suor Angelica” es mínima, elegante y tan blanca que permite dar una atmosfera de castidad y solemnidad al conjunto. A pesar de que los vestuarios de las monjas son muy simples y toscos en este conjunto. Si hubieran sido totalmente blancos, o hábitos de época hubieran funcionado mejor. Destaca además el hecho de que todo el elenco, salvo la protagonista, sean cantantes peruanas, dándoles la vitrina que se merecen, de acuerdo a los objetivos de Romanza de dar el espacio y apoyar el desarrollo del talento nacional. La soprano boliviana Katia Escalera hace su debut en la Ópera de Lima en el rol protagónico. Es una soprano de bello timbre y entrega dedicada a la escena, sin embargo, su proyección no fue la adecuada, siendo opacada muchas veces por la orquesta. Mejoró en el aria “senza mamma” la que fue bien recibida y aplaudida por el público. A nivel actoral, le falta aún camino por recorrer para imprimirle ese sello tan dramático y desgarrador a un personaje nada fácil de interpretar, y que muchas veces está reservado a sopranos de amplia trayectoria.
El punto más alto de la obra se lo lleva la Zia Principessa de la mezzosoprano Jimena Llanos. Voz contundente, bien proyectada, pastosa y de gran presencia escénica es lo que nos entrega esta cantante que va demostrando el nivel de su talento en nuestras tablas. Sobre su vestuario, imprimió el toque perturbador, aunque no era el adecuado, pues la Zia debió llevar un traje de viaje, más no uno de fiesta. En el conjunto de monjas destacan especialmente las voces de Edda Paredes y Jimena Agurto, en breves roles pero con buena proyección vocal. También Rosalinda Palomino como Suor Genovieffa y Mónica Canales como la Badessa, sobre todo esta ultima con una actuación dedicada y solemne.
La orquesta dirigida por Espartaco Lavalle Terry da el toque íntimo a la obra. Si bien una orquesta con mayor cantidad de músicos le daría un sonido apoteósico al final de la obra, en este caso con menos músicos se logra un buen resultado en el foso del Teatro Segura. Eso sí, innecesaria la decisión de poner dos trompetas en uno de los balcones, pues distraen la acción en escena en su momento culminante. En resumen, el haber tenido dentro de nuestra cartelera un titulo como "Suor Angelica" es un lujo en nuestra ciudad, sobretodo con ese buen nivel de interpretación. Un lujo que debemos aprovechar y disfrutarlo, y que nos deje la curiosidad por seguir descubriendolo a través de grabaciones y vídeos mas adelante. “Gianni Schicchi”, la tercera parte del “Trittico” puede ser una historia absurda, ironica y jocosa, pero contiene la música más exquisita que Puccini pudo escribir, y es su secreto mejor guardado. Combina magistralmente las melodías con conjuntos que bordean la atonalidad sin perder frescura ni ritmo. La última vez que Lima vió esta obra fue hace no mucho, en 2005, en una producción que merece el olvido. En esta nueva apuesta bien cuidada de Chacón, vemos personajes tirados al absurdo, acorde con la ironía del texto y la música. Destaca el colorido vestuario, aunque no en todos los personajes. El barítono italiano Giuseppe Altomare da rienda suelta a su gran talento como un Schicchi versátil, como lo requiere el personaje. Sobre todo en su única aria “in testa capellina” que no es más que un breve retazo musical, vierte una contrastada interpretación a través de pianos, fortes, agudos, trinos y legatos impecables. Una delicia escucharlo en un rol que piensa interpretar en la Scala dentro de poco tiempo.
El tenor chileno Mauricio Miranda, quien hace su debut en nuestro teatro estuvo por debajo de lo que podemos esperar de Rinuccio, tradicionalmente reservado para tenores líricos, pero dignamente interpretado por los ligeros. Este rol exige una línea de canto natural que no debe sonar forzada. Este es un rol que pienso Miranda debe sacar inmediatamente de su repertorio, pues recordemos que incluso otro gran tenor ligero, Juan Diego Flórez, lo retiró en un momento. Caso contrario al de nuestra mezzosoprano Josefina Brivio, quien interpretando a Lauretta, un rol para soprano, le dio un color particular e interpretó con la profesionalidad y gran nivel que la caracteriza. Su “o mio babbino caro” fue cantado apresuradamente, al ritmo de la obra, más acorde con la intención teatral. El color de la voz le queda perfecto al personaje, y a Brivio no le cuesta mayor esfuerzo lograr los agudos que se requieren.
El conjunto de cantantes del elenco tiene un gran merito por articularse de forma ejemplar con la música, en esta composición nada fácil de montar en escena, hábilmente conducidos y precisamente alineados por el maestro Lavalle. Destacan especialmente Mónica Canales, quien interpreta a Zita, con una divertida performance, gran soltura escénica de Pilar Ciruelos y también Lorena Aranda en su breve papel como Nella. Todos los hombres del elenco interpretan sus roles con dedicación y entrega que da resultados satisfactorios. Este díptico cierra la temporada de ópera 2010 de Lima, una de las temporadas mejor logradas en varios años. Vale felicitar a Romanza por el esfuerzo puesto en estos 5 años de trabajo ininterrumpido para sacar adelante el género, aprovechando además la excelente coyuntura económica que vive el país. Vale decir también que todo esfuerzo debe superarse, y ahora que tengamos dos teatros mas a disposición, el Municipal y Nacional, vale la pena esforzarse el triple por ofrecer espectáculos dignos de una ciudad donde cada vez pasan mas cosas y donde es necesario cada vez sofisticarse mas, para incentivar el nivel cultural y estar a la par con nuestro actual crecimiento. Vale decir también que estas mejoras no serian posibles si el publico no retribuye ni apoya estas propuestas, ya que el incremento de actividades culturales se mide en gran medida con el ingreso de la taquilla. Es un deber de todos tanto apoyar a las artes escénicas como llevarlas a cabo con el nivel que el público merece.
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